Hace 75 años Benito Quinquela Martín inauguró el Jardín de Infantes N.° 1 en los terrenos que él había donado en el barrio de su inspiración: La Boca. Quinquela soñaba con «que los pequeños empiecen a sentir la belleza y la alegría sana de vivir» por eso el edificio está lleno de color, obras de arte y motivos infantiles pintados por el artista boquense Roberto Ranazzo.
Situado en General Gregorio Aráoz de Lamadrid 648, el Jardín linda en su contrafrente con la ya entonces construida Escuela «Pedro de Mendoza» y el Museo de Bellas Artes «Quinquela Martín», también donados por el reconocido pintor argentino.
Quinquela anhelaba que la escuela fuera un faro educativo y cultural para la infancia, por eso promovió la presencia de obras de arte en los edificios escolares.
En este aniversario, el programa Huellas de la Escuela junto con la conducción escolar trabajaron en la recuperación de la historia del Jardín y de su patrimonio histórico. A través de un enfoque interdisciplinario se buscó resaltar y afianzar la fisonomía y el espíritu quinqueleano y boquense del Jardín. Esos ejes fueron los que guiaron la intervención en dos sectores de circulación común como espacios de museo.
En el sector de la escalera y hall del anexo nuevo del edificio el proyecto se centró en revalorizar la conexión que tiene el Jardín de Infantes con la historia del artista. Se realizó una intervención con un recorrido expositivo en forma de línea de tiempo, que comienza con la biografía del pintor argentino hasta la donación del terreno de la escuela y continúa con la historia del Jardín, su actualidad y su proyección. La conducción escolar tuvo una participación activa, especialmente con la contribución de la vicedirectora Marcela Vela, en la recopilación y selección de imágenes, fotos y registros de la escuela a lo largo de los años. Por otro lado, los datos biográficos, fotos y citas del artista se obtuvieron en articulación con el museo «Quinquela Martín», con especial asesoramiento de su director Víctor Fernández.
Para el diseño de la línea de tiempo se utilizaron los colores de la paleta quinqueleana, y se acompañó el recorrido con dibujos y personajes que Ranazzo había pintado en los murales de la escuela, generando continuidad entre el antiguo edificio y el nuevo anexo. Así las aves, mariposas, el oso, el sapo y otros personajes despiertan la curiosidad de las niñas y los niños que guiados por padres o docentes pueden leer la historia o imaginarla con los retratos de la niñez, juventud y adultez de Quinquela, obras de arte y las fotos de hitos de la escuela. El recorrido finaliza con una sección dinámica que permitirá actualizarla cada año con fotos y dibujos del presente de la escuela.
Toda la comunidad educativa, protagonista de la actualidad de la escuela, puede reconocer que así como la huella de Quinquela continúa dando frutos en el presente, sus propias huellas serán parte de la historia que se sigue y seguirá construyendo.
Se realizó también una intervención en la escalera principal del edificio antiguo, centrada en el patrimonio histórico de la escuela ligado a la cultura del barrio de La Boca: se pusieron en valor las vitrinas de títeres históricos y se acompañó con una imagen del Riachuelo pintado teniendo como modelo a las obras de Quinquela. Los inmigrantes italianos en La Boca, especialmente los sicilianos, trajeron entre sus tradiciones el arte de los títeres y a partir de la década de 1930 se impulsó la producción de titiriteros boquenses. El equipo de especialistas en museología y conservación del programa Huellas realizó trabajos de recuperación, limpieza, armado y exposición de las vitrinas de títeres históricos que fueron creados y utilizados en el Jardín hace más de 50 años.
Este proyecto pone de relieve la obra de Quinquela Martín en la educación, revalorizando el sentido de la escuela como faro cultural en su comunidad, particularmente en La Boca.
Quinquela brindó a la comunidad de La Boca su proyecto de creación de un polo cultural, educativo y sanitario al que pertenece el Jardín junto con la Escuela Primaria, la Escuela Técnica y el museo de bellas artes. Él consideraba que sus donaciones eran una manera de «devolver algo» al barrio que le dio la oportunidad de crecer como artista. En su poema Francisco Gallardo Sarmiento (h) expresó las buenas acciones del artista, con estos versos escritos en 1961:
Junta ahorros y construye escuelas,
regala museos y entero se da
para que los pibes del barrio querido
no conozcan nunca la necesidad.
Y hoy sigue pintando como un estudiante
porque a sus ensueños nunca pone fin
el que en esta historia que PARECE CUENTO
llevar como nombre: ¡QUINQUELA MARTÍN! (Archivos Quinqueleanos. 2012. p. 28.)
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