Jueves 09 de Diciembre de 2021

Importante distinción a los artistas que les dan alma y vida a los títeres del Teatro San Martín

La Fundación Konex premió al grupo dirigido por Adelaida Mangani con una mención especial por su última década de trabajo. En esta temporada cumplen 44 años de labor ininterrumpida.

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Adelaida Mangani recibió el Premio Konex de Platino en la categoría infantil juvenil en 2011 por su labor al frente del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín. Diez años antes había sido distinguida con el diploma al mérito y este año fue convocada para integrar el jurado. Los premios se entregan para una misma disciplina cada diez años y en las últimas tres ella dirá presente. Esta vez como jurado y además para recibir una Mención Especial.

Cuando la Fundación Konex les pidió a los miembros que propusieran candidatos para las menciones especiales de este año, Adelaida Mangani postuló varias opciones, que para ella son muy importantes y queridas, como el grupo de Nelly Scarpito, el de Carolina Erlich, el de Sergio Rower: todos ligados o formados con los Titiriteros. Estando en el jurado sentía que no correspondía proponer a su grupo, o sea, que se votara a sí misma.

Muchos de los otros miembros del jurado, sin embargo, propusieron a los Titiriteros del San Martín y finalmente el grupo fue votado para recibir una de las cuatro menciones especiales por la mayoría del cuerpo que preside Ricardo Darín e integran, entre otros, Norma Aleandro, Graciela Borges y Leonor Manso. La ceremonia se realizó este 7 de diciembre.

“Llegó de una manera un poco inesperada para mí y también para el grupo. De todas maneras fue algo que nos produjo mucha alegría porque estamos cumpliendo 44 años y comparado con el resto somos los más viejos: dentro de diez años quién sabe dónde vamos a estar. Así que está bueno que la mención la recibamos este año”, se ríe Adelaida parada en el hall del renovado Teatro El Plata, en Mataderos, donde ensayan y ponen a punto la obra Cumple Zombi, para las funciones del fin de semana.

Mientras transcurre el ensayo y la charla, a muchos kilómetros de distancia, más precisamente en Las Vegas, su hijo Vicentico recibía dos Premios Grammy Latinos en las categorías Mejor Álbum de Rock, por El Pozo Brillante, y Mejor Canción de Rock por Ahora 1. El parecido físico entre Adelaida y Vicentico es notable.


Los orígenes

El Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín comenzó a trabajar en 1977. “Ariel Bufano, que fue el primer director y era mi pareja, le propuso a Kive Staiff, director del Teatro, estrenar un espectáculo llamado David y Goliat, que se puso en escena en la Sala Lugones. Al comienzo los títeres funcionaban en esa sala de cine exclusivamente. Hacíamos la función de las tres de la tarde, sábados y domingos, y después venía la función del cine. No se concebía que los títeres estuvieran en otro lugar que no fuera la Sala Lugones”, recuerda hoy.

La obra fue un éxito y continuó todo el año y el siguiente también. Entonces propusieron hacer otro espectáculo, Carrousel. Y al mismo tiempo comenzaron las conversaciones para crear un grupo estable de titiriteros: el San Martín ya tenía uno de teatro y otro de ballet. Ahora se le sumarían los títeres.

En los años siguientes fueron ganando otras salas. “Incorporamos otras técnicas que enriquecieron mucho nuestras puestas en escena. Hicimos La Bella y la Bestia, en la Sala Casacuberta, que representó un espectáculo bisagra en el arte de los títeres en Argentina. Porque fue totalmente innovador: desaparece el retablo, se hace en una sala semicircular donde el público ve al titiritero y los títeres eran enormes, de hasta dos metros de altura”, describe Adelaida.

Vino El Gran Circo Criollo, un espectáculo emblemático y muy convocante, que se repitió varias veces cada dos o tres años. A Adelaida se le ilumina la mirada cuando menciona la obra que rinde homenaje a los hermanos Podestá, y cuenta que “la han visto niños, que luego vinieron de grandes y quizás también de abuelos, a traer a su nietos”.

Al principio eran 7. Actualmente el Grupo tiene 29 miembros. A medida que fue creciendo se hizo cada vez más evidente la necesidad de contar con un lugar de formación en las diferentes técnicas para los artistas. En 1987 apareció el embrión de lo que luego fue la Escuela de Titiriteros del Teatro San Martín, que ahora lleva el nombre de Ariel Bufano. “El 95% de los miembros del elenco actual son egresados de la Escuela”, precisa Adelaida con orgullo.

Muchos de ellos son actores, directores, escenógrafos, realizadores que han crecido muchísimo. El grupo tiene un amplio repertorio que le permite montar más de una obra simultáneamente en las distintas salas que tiene el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA). Además, hay más de 50 agrupaciones que surgieron de la Escuela funcionando en todo el país, y también en el exterior: Francia, Inglaterra, Chile, Venezuela y muchos otros países.


Para todo público

A Adelaida no le gusta que encasillen sus obras en el rubro infantil. “Hacemos espectáculos para todo público”, prefiere con una sonrisa. “Nos resistimos a llamarlo, como se llama en la jerga teatral, un infantil. A mí no me gusta nada, pero al final lo termino usando. Los espectáculos que hacemos nunca están pensados como algo que debe estar divorciado del fenómeno teatral. Es una obra teatral. Y la puede ver tanto un niño como un adulto”, explica.

De hecho, en los orígenes el teatro de títeres nunca estuvo dirigido a los niños. Los personajes que surgen de La Comedia del Arte, o incluso antes, los títeres que se hacían en China y Japón, hoy milenarios, siempre estuvieron inscriptos dentro de un género ritual, a veces religioso, a veces político, a veces muy contestatario del poder de turno, como en Europa. “Era un fenómeno de tipo popular y a veces con mucha fuerza social”, explica.

Los títeres de guante, esos que se calzan en los dedos pulgar y mayor, para mover los brazos, y el índice en el tronco y la cabeza, tuvieron una expresión contestataria muy fuerte en la Francia del Siglo XVIII. “Allá se llaman guignol porque el primer personaje de títeres de guante se llamaba Guignol. Su creador, Laurent Mourguet, era un trabajador de una fábrica de telas (seda) en el sur de Francia. Hubo una enorme huelga en esa fábrica y Mourguet creó esta obra para atacar al poder político y al poder económico de ese momento. La obra se hizo muy famosa, con todos los obreros en la calle, y así comenzó una tradición”, explica y menciona otro ejemplo, la pareja Punch & Judy, en Inglaterra: “Las cosas que hacen son terribles. Son obras soeces. Fuertes”.

De hecho, David y Goliat tenía un trasfondo contestatario que pasó inadvertido para las autoridades de la Dictadura Militar, en 1977. La obra en la que el el joven pastor, poeta y músico, con su poesía y su música vence al poder de Goliat, que en la obra era representado por un militar que venía rodeado de soldaditos. Adelaida lo recuerda con detalles: “Como la cuentan los títeres, y el teatro de títeres era considerado un arte menor, de espectáculos infantiles, y nadie le daba la categoría que tenía que tener, el espectáculo tuvo un éxito fenomenal y durante dos años pudimos representar una obra que muestra a la poesía venciendo a la fuerza bruta”.

La idea de un teatro de títeres encerrado a las escuelas y los jardines de infantes se había instalado en Argentina y costó muchos años de trabajo desterrarla. El Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín ha generado numerosos espectáculos para todo público a partir de textos clásicos, como Androcles y el león, de Bernard Shaw, La isla desierta, de Roberto Arlt, Romeo y Julieta y varias obras escritas por García Lorca, por nombrar algunas.

Es por eso que durante las tres últimas décadas el Grupo estuvo presente en las distinciones que otorga la prestigiosa Fundación Konex Adelaida concluye: “La gente hoy dice: vamos a ver los títeres del San Martín. O sea, después de tantos años de trabajo, en el imaginario del vecino de Buenos Aires están los títeres del San Martín.”