Viernes 04 de Agosto de 2023

Intemperie, de Carlos Gómez Centurión

Durante agosto, se exhibirá en el Salón Mayor, la instalación artística Intemperie, de este gran artista argentino. ¡Conocé su proyecto en profundidad a través de esta entrevista!

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manos cerca de una fogata


 

En el marco de Bienalsur, durante todo este mes, se estará exponiendo la obra Intemperie, del artista Carlos Gómez Centurión, quien a través de una enorme instalación invita a dejar por un rato las pantallas y reflexionar sobre el contacto que nos une hoy con la naturaleza y la posibilidad de estar solos a la intemperie para llevar la mirada hacia nuestro interior.

 

¿De qué se trata Intemperie?

Intemperie en realidad es una deriva de lo que vengo haciendo hace mucho tiempo. Voy a la alta cordillera a pintar con telas gigantes y después las termino en mi taller, esa es mi metodología de trabajo. Ahora estoy pintando por arriba, más allá de la cordillera. Esta propuesta está basada en dos ejes conceptuales. Uno es la mirada de Nietzsche y Heidegger con relación al desamparo del hombre en el mundo contemporáneo. Heidegger incluso habla de que el hombre está a la intemperie, arrojado («dasein»). Y el otro concepto es el concepto de la codicia que está desarrollado, entre otras personas, por Wagner en la Tetralogía. Habla del oro del Rin y de todas las peleas por el poder. Y de alguna manera esto es una reflexión sobre el sinsentido de estas pasiones y peleas humanas por adquirir objetos, cosas, oro, poder, frente al universo, al cosmos, al todo.

 

¿Cómo se representa visualmente esta idea en la obra?

Se trata de un cerramiento de tres metros de altura, que en dos de sus caras tiene una tela de unos 50 metros con un cerro estampado. Normalmente yo trabajo en la naturaleza en zonas inhóspitas, donde el hombre no habita. Cuando es interesante el paisaje, llevo telas gigantes y las estampo, hago como un frottage, lo hice en las salinas grandes de Jujuy, en distintos cerros, y ahora el último lo hice en el Cerro Mercedario, en la morrena del glaciar Mercedario. Entonces, yo extiendo esta tela, con fijadores y con agua, hago, como yo le llamo, el “santo sudario”, con rodillos de pintor. Somos un equipo de personas que están calcando eso. Y de alguna manera me apropio del cerro, lo traigo para acá. Después eso lo termino de fijar en mi taller. Esas telas van a estar colgadas acá, pero no como telas, sino como esculturas, porque se han ido solidificando con el agregado de los fijadores, y van adquiriendo rigidez. Yo las presento con pliegues, tal cual la montaña. Hay una presencia en la montaña real. Normalmente la montaña se mira hacia arriba, pero en este caso será una mirada horizontal. Y hacia la dirección ascendente, hay cinco telas de 10 m x 3 m que están suspendidas de una plataforma, directamente bajo las cabriadas del edificio. Esta es la representación visual: la presencia de la montaña y la presencia del cielo cósmico.

 

¿Cuál es la experiencia que querés que el espectador viva a través de esta instalación?

Esto, una reflexión interna, una mirada interna. En general el arte contemporáneo en este momento está ocupado de varias cosas, por ejemplo el género, las geografías, las traslaciones, cantidad de temas que son absolutamente vigentes, y yo estoy induciendo la mirada interna: qué le pasa al hombre más allá de la cultura, más allá de la sociedad, internamente, cuando dejás los teléfonos y todo eso, ¿qué te pasa cuando estás contigo mismo? No es una mirada religiosa, yo no soy religioso, pero pretendo que sea trascendente. En la exposición además hay una carpa antigua que hace referencia al refugio y a las expediciones.

 

¿Cómo son las expediciones?

Son expediciones casi del siglo XIX o del XVIII. Duran entre 10 y 20 días. En esta última fuimos al Valle Alto del Colorado, que está a 4500 metros de altura, al pie del Cerro Mercedario que es el más alto de América después del Aconcagua, por 200 metros. Y el valle donde estuvimos es un enorme plato rojo furibundo, donde todos los cerros que se ven alrededor tienen más de 6000 metros. Son expediciones en mula, que es la única manera de llegar ahí. Vamos con 40 mulas y con baqueanos. También he ido con artistas de otras disciplinas. Este viaje específico, que lo estoy haciendo en conjunto con una galería de Nueva York llamada CRIMART, surgió un corto que se va a dar en la inauguración. Es un corto de 12 minutos donde se muestra el proceso de la expedición que dio lugar a parte de esta obra.

 

¿Cuál fue el resultado de la expedición en la obra?

En ese momento hice seis cuadros de dos metros de altura por tres de ancho que forman un solo panorama, como se decía antes, de dos metros de alto por 18. Va a ser un solo cuadro de 18m x 2m. En gran parte de esos cuadros también pongo tierra de la montaña. Hay carbón mineral que traje la cordillera y que está pegado sobre las telas y también tierras de allá. Como parte de mi hacer, que siempre ha sido ir a la naturaleza, ahora estoy incorporando los elementos mismos de la naturaleza dentro de la obra. Esto es como el click que se ha hecho dentro de mi obra en los últimos par de años.

 

¿Cómo es estar a la intemperie?

Estás con vos mismo. Es muy extraño y muy conmovedor. Yo no puedo dormir de corrido. A cada hora me despierto y veo las constelaciones que van cambiando por la ubicación geográfica del sitio donde voy. A primera hora, cuando ocurre, está Orión. Y después se desplaza y entra Escorpio. Vas viendo cómo se va corriendo. Y la verdad que estás solo. En una de las telas hay un único figurativo donde se ve una persona en cuclilla. Eso es lo que sentís: esta cosa que se te viene encima.

 

¿Cuál fue la experiencia más extrema que viviste haciendo estas expediciones?

En una oportunidad estaba en la Laguna Capri, en el Chaltén, con un guía y con un camarógrafo que registraba, y me caí de tres metros de altura en un barranco. Estuve diez horas sin conocimiento. Preguntaba ¿y vos quién sos? ¿Qué hora es? ¿Qué día es hoy? Repitiendo y repitiendo, hasta que conecté. Tuve un tajo que me atravesaba el labio de lado a lado. Tuvimos que bajar a las tres de la mañana, con un frío polar, hasta el centro médico del Chaltén. Me hicieron nueve puntos. Esa fue extrema porque además tuve que seguir. Porque yo tenía una enorme exposición en Palais de Glace en junio y esto fue en abril. Yo no podía abortar el viaje. Y así que con el dolor espantoso que tenía, tuve que seguir.


 

¿Qué te parece exponer en la Usina?

Me encanta este lugar, es alucinante. Lo conocí el año pasado. En verdad, en el proyecto original, las telas eran de 4 metros, pero las hice crecer hasta 10 metros para aprovechar la magnificencia de este espacio. No hay muchos lugares en la Argentina como este. La calidad de la construcción, la belleza de la arquitectura y lo bien que está resuelta la adaptación al centro de eventos y centro cultural. Para mí es un placer y la gente es excelente.


 

La muestra se inaugura el sábado 5/8 y permanecerá abierta durante todo el mes, en el Salón Mayor de nuestro edificio.