Nunca se supo si Quinquela encontró alguna vez la otra mitad del pañuelo con que fue dejado al cuidado del personal de la casa de Expósitos (hoy Hospital General de Niños "Pedro de Elizalde"), a pocas semanas de nacer. Se sabe que su alma se completó cuando Justina Molina y Manuel Chinchella decidieron adoptarlo, y también cuando una aldea y su gente lo abrazaron para siempre.
Aquel medio pañuelo, única esperanza con la que Quinquela llegó al mundo, ahora se hace miles, simbolizando a cada uno de quienes deseamos agradecerle al niño expósito todo lo que sigue haciendo por nosotros.
A modo de ofrenda, miles de pañuelos vistieron la facha del museo al encuentro del suyo que incesantemente alumbra nuestra identidad y ayuda a completarnos.