Miércoles 23 de Agosto de 2017

La nomenclatura urbana y el recuerdo de víctimas de la violencia

La denominación de las calles y espacios públicos de la Ciudad van cambiando. Actualmente hay una tendencia a recordar a personas asesinadas

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Tradicionalmente las calles y otros espacios públicos porteños llevaban el nombre de distintos próceres y/o personalidades destacadas. Estos nombres siempre tuvieron un gran contenido político, y detrás de ellos, existió la idea de rendir un homenaje.

Últimamente no hubo muchos cambios de nombre de calles en la Ciudad, pero sí el nombramiento de nuevos espacios públicos como plazoletas o estaciones de subte. En este sentido la tendencia actual es la de dar a la nomenclatura urbana el nombre de víctimas de violencia de género, personas desaparecidas durante la última dictadura y otros que murieron por negligencia estatal.

"La nomenclatura urbana es el reflejo de un clima de época, que no resulta ajeno a la realidad sociopolítica coyuntural. No es extraño que una sociedad que atravesó una etapa institucional dictatorial rinda homenaje a las víctimas del gobierno de facto. Más acá en el tiempo, una de las principales preocupaciones de los ciudadanos es la inseguridad (en todas sus manifestaciones, la delictual y la institucional); la nomenclatura también es el reflejo de ello", explicó Daniel Paredes, subgerente de investigaciones de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de CABA.
Para el licenciado Pedro Damián Orden, secretario general de la Asociación de Sociólogos de la República Argentina, la evolución de la nomenclatura en nuestro país está muy asociada a la capacidad de los argentinos de construir una historia colectiva en la que las atrocidades no pasen inadvertidas.

Un poco de historia

Los primeros nombres aparecieron en 1734. La nomenclatura de ese entonces surgió de las iglesias, los santos, nombres que referían a los edificios públicos como el Cabildo o la Catedral, y aquellos accidentes geográficos ubicados cerca de la calle por denominar; por ejemplo, El Jagüel. En un segundo momento, se reprodujeron los nombres vinculados a hombres de la política y el Ejército.

En 1893, cuando se sumaron a la ciudad los barrios de Flores y Belgrano, se incluyó a literatos y hombres de estudio, sabios extranjeros, la nomenclatura geográfica y ciudades importantes, entre otros.

Los últimos en ser incluidos fueron los artistas y personajes ilustrados de la Argentina, y más recientemente, figuras populares y las víctimas de violencia.

Algunos nombres

Gastón Riva, murió en de un disparo efectuado por la policía, en diciembre de 2001. Una calle del barrio de Flores lleva su nombre.

Lucila Yaconis, fue asesinada por un hombre que intentó violarla. Una plazoleta en Núñez, cercana al lugar del hecho recuerda su nombre; en el mismo barrio una calle conmemora a Miguel B. Sánchez, futbolista secuestrado y desaparecido.

Una plazoleta en Chacarita, recuerda a Ernesto Urfeig, desaparecido en el año 1977. El parque Ezequiel Demonty, en Nueva Pompeya, lleva el nombre de quien fuera asesinado y arrojado al Riachuelo por la policía en 2002; en este barrio también se encuentra el espacio verde denominado Máximo Mena, en homenaje al obrero del sindicato de mecánicos de Córdoba asesinado por la policía en 1969.

En julio de 2007, por ley 2366 sancionada por la Legislatura porteña, las veredas y las terrazas paralelas a los arcos del viaducto ferroviario que atraviesa la plaza Andrés Guacurari Artigas, llevan el nombre Marcela Iglesias, que murió a los 6 años de edad aplastada por una estatua que estaba en exposición en el Paseo de la Infanta.

En 1893 una ordenanza estableció la necesidad de esperar 10 años tras la muerte de una persona para que se pudiera llevar su nombre dentro de la nomenclatura. Esta decisión fue ratificada por la ley 865 en 2002.

Fuente: La Nación