Nadie sabe con certeza cómo llegaron a un rincón de la biblioteca de la Escuela Técnica Raggio, en Núñez; las hipótesis que se barajan sugieren la donación de algún maestro para una clase de construcción o, incluso, de algún carpintero y profesor de la casa que, a comienzos del siglo XX, habría trabajado en la obra del Teatro Colón y luego compartido una copia de los planos del Primer Coliseo con sus alumnos.
“Esta es una teoría posible, ya que se pudieron rastrear a dos maestros de la escuela que además eran ebanistas del Teatro Colón, pero es solo una suposición”, explica Oscar Maisterra, jefe del taller de artes gráficas del establecimiento educativo quien, todavía con asombro y emocionado, repite la historia de cómo los únicos planos existentes de la construcción del Primer Coliseo fueron encontrados por casualidad dentro de una bolsa de basura, tras eludir durante décadas el que habría sido el destino del deshecho y del olvido.
Maisterra, quien además es profesor de restauración documental, integró el equipo que se encargó de reparar, encarpetar y digitalizar esta pieza que, pese a estar deteriorada por los años y ser alimento para insectos comedores de libros, se encontraba en un estado sorprendente en comparación con las fragmentadas piezas hasta entonces conocidas.
Los planos de Meano se mantuvieron durante décadas en una bolsa de basura en la biblioteca
“Son planos de un metro de tamaño, muy grandes, bellísimos, hechos a mano y diseñados por el arquitecto italiano Vittorio Meano, uno de los tres que tuvo el coliseo”, explica Marcela Pelanda, fundadora del programa Huellas de la Escuela, iniciativa que se encarga de investigar y poner en valor el patrimonio histórico del área educativa de la ciudad de Buenos Aires.
“Tener documentos de 120 años de la construcción del Colón fue una aventura de trabajo”, cuenta Pelanda, quien agrega que con este material recuperado podría hacerse una historia arqueológica de la edificación del teatro.
Los planos se volvieron libro
“El mayor de los problemas para la restauración fue que la periferia de cada uno de los planos estaba deteriorado”, explica Maisterra. “El proceso consistió en el desarmado de la carpeta original que estaba cosido con hilo de algodón; se sacaron fotografías de todo el daño y luego de una limpieza se colocó papel japonés, muy fino, y almidón para consolidar todos los bordes”, agrega el docente, quien además estuvo involucrado en la digitalización posterior del material.
Es que una vez restaurados se planteó el interrogante sobre cómo dar acceso a un patrimonio tan valioso y sensible a involuntarias roturas durante su manipulación. “La repercusión entre los amantes de la ópera del mundo fue enorme. Entonces surgió la idea de presentarlo en un libro de gran formato que pudiese presentarlos en sus tamaños originales”, explicó Pelanda.
El libro reproduce los planos en su tamaño original
Así surgió el libro “Carpeta de Planos Teatro Colón de Buenos Aires 1892-1902”, presentado en julio último en un acto en el Salón Dorado; la publicación, que involucró a docentes y alumnos de la Escuela Raggio, reprodujo los esquemas y dibujos del edificio, que incluyeron detalles de la fachada, de sus laterales o de la imponente sala de espectáculos. En definitiva, un legado patrimonial de Buenos Aires para las generaciones futuras.
Fotografía y video: María Inés Ghiglione/GCBA. Producción periodística: Enrique Fraga/GCBA.