El Papa Francisco tuvo una larga charla con el prestigioso periodista italiano Eugenio Scalafari (89 años), en la que no dejó tema por tocar. Reiteró su apego a los jóvenes y también a los ancianos, su definición de Dios, la importancia del diálogo, el origen de su fe y, a modo de confesión, contó su relación con una comunista argentina.
Aquí los textuales más salientes de la entrevista publicada en exclusiva por Clarín:
• “Los males más graves que afligen al mundo en estos años son la desocupación de los jóvenes y la soledad en la que son dejados los viejos. Los viejos necesitan cuidados y compañía; los jóvenes, trabajo y esperanza, pero no tienen ninguna de las dos cosas, y el problema es que ya no las buscan. Han sido aplastados en el presente. Dígame: ¿se puede vivir aplastado en el presente? ¿Sin memoria del pasado y sin el deseo de proyectarse al futuro construyendo un proyecto, un porvenir, una familia? ¿Es posible seguir así? Ese es para mí el problema más urgente que enfrenta la Iglesia”.
• “La Iglesia debe sentirse responsable tanto de las almas como de los cuerpos.”
• “El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Debemos conocernos, escucharnos y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. A mí me sucede que después de un encuentro quiero tener otro porque surgen ideas nuevas y se descubren nuevas necesidades. Eso es importante: conocerse, escucharse, ampliar el círculo de pensamientos. El mundo está recorrido por sendas que acercan y alejan, pero lo importante es que lleven hacia el Bien”.
• “Cada uno de nosotros tiene su visión del Bien y del Mal. Nosotros debemos hacerlo proceder hacia lo que uno piensa que es el Bien. Cada uno tiene su idea del Bien y del Mal y debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como lo concibe. Eso bastaría para mejorar el mundo.”
• “¿Usted sabe lo que es el ‘ágape’? Es el amor por los otros, como predicó nuestro Señor. No es proselitismo, es amor. Amor por el prójimo, la levadura que sirve al bien común. El ágape, el amor de cada uno de nosotros hacia todos los otros, desde los más cercanos hasta los más alejados, es justamente el único modo que Jesús nos señaló para encontrar el camino de la salvación y las Bienaventuranzas.”
"A mí la palabra narcisismo no me gusta, indica un amor excesivo por sí mismo y eso no está bien, puede producir graves daños no sólo en el alma de quien se ve afectado sino también en la relación con los otros. El verdadero problema es que los más golpeados por esto que en realidad es una suerte de trastorno mental son personas que tienen mucho poder. Los jefes, muchas veces son narcisos.”
• “Los jefes de la Iglesia a menudo fueron narcisos, halagados y excitados negativamente por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado.”
• “La Iglesia es o debe volver a ser una comunidad del pueblo de Dios y los presbíteros, los párrocos, los Obispos, están al servicio del pueblo de Dios. La Iglesia es eso, una palabra que no por casualidad difiere de la Santa Sede, que tiene una función importante pero que está al servicio de la Iglesia. Yo no podría haber tenido plena fe en Dios y en su Hijo si no me hubiese formado en la Iglesia y tuve la suerte de encontrarme, en Argentina, en una comunidad sin la cual no habría tomado conciencia de mí mismo y de mi fe.”
“Debía tener otra profesión según mi familia, trabajar, ganar algún dinero. Hice la universidad. Tuve incluso una profesora por la cual albergué respeto y amistad, era una comunista ferviente. Muchas veces me leía y me daba a leer textos del Partido Comunista."
• "Así fue como conocí también esa concepción muy materialista. Recuerdo que me dio incluso el comunicado de los comunistas estadounidenses en defensa de los Rosenberg que habían sido condenados a muerte. La mujer de la que le estoy hablando más tarde fue arrestada, torturada y asesinada por el régimen dictatorial que gobernaba en Argentina.”
• “A mí también me pasa, cuando tengo delante a un clerical me vuelvo anticlerical de golpe. El clericalismo no debería tener nada que ver con el cristianismo. San Pablo, que fue el primero en hablar a los gentiles, a los paganos, a los creyentes de otras religiones, fue el primero en enseñarlo. San Pablo es el que estableció las bases de nuestra religión y nuestro credo. No podemos ser cristianos conscientes sin San Pablo. Tradujo la predicación de Cristo a una estructura doctrinaria que, aunque con las actualizaciones de una enorme cantidad de pensadores, teólogos, pastores de almas, resistió y resiste después de dos mil años. Y después, Agustín, Benito y Tomás e Ignacio. Y naturalmente Francisco. ¿Tengo que explicarle por qué?”
• “Adoro a los místicos; incluso Francisco, en muchos aspectos de su vida lo fue, pero yo no creo tener esa vocación y además debemos ponernos de acuerdo sobre el significado profundo de esa palabra. El místico consigue despojarse del hacer, de los hechos, de los objetivos y hasta de la misión pastoral y se eleva hasta alcanzar la comunión con las Bienaventuranzas. Breves momentos que no obstante llenan toda la vida.”
• “Antes de mi aceptación pedí permiso para retirarme unos minutos a la habitación que está junto a la del balcón a la plaza. Tenía la cabeza totalmente vacía y me había invadido una gran ansiedad. Para hacerla pasar y relajarme cerré los ojos y todo pensamiento desapareció, incluso el de negarme a aceptar el cargo como por otra parte el procedimiento litúrgico permite. Cerré los ojos y no sentí más ansiedad ni emotividad. En un momento, me invadió una gran luz, duró un instante pero a mí me pareció larguísimo. Después la luz se disipó, me levanté rápidamente y me dirigí a sala donde me esperaban los cardenales y la mesa donde estaba el acta de aceptación. La firmé, el cardenal camarlengo la rubricó y después en el balcón dijeron ‘Habemus Papam’.”
“No sé si soy quien mejor los representa, pero la Providencia me puso al frente de la Iglesia y de la Diócesis de Pedro. Haré todo lo que pueda por cumplir el mandato que me fue confiado.”
• “Las cosas están así, realmente, y en esta materia no se hacen milagros. Le recuerdo que también Francisco tuvo que negociar largamente con la jerarquía romana y con el Papa para hacer reconocer las reglas de su Orden. Al final, obtuvo la aprobación pero con profundos cambios y concesiones.”
• “Ciertamente no soy Francisco de Asís y no tengo ni su fuerza ni su santidad. Pero soy el Obispo de Roma y el Papa de la catolicidad. He decidido nombrar a un grupo de ocho cardenales que me asesoren. No cortesanos sino personas sabias y animadas por los mismos sentimientos que tengo yo. Es el comienzo de esa Iglesia con una organización no sólo vertical sino también horizontal. Cuando el cardenal Martini hablaba de ella poniendo el acento sobre los Concilios y los Sínodos sabía perfectamente lo largo y difícil que era el camino a recorrer. Con prudencia, pero con firmeza y tenacidad.”
• “Yo ya he dicho que la Iglesia no se ocupará de política. Dije que la política es la primera de las actividades civiles y tiene un campo propio de acción que no es el de la religión. Las instituciones políticas son laicas por definición y actúan en esferas independientes.“
• “Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abbá, es la luz y el Creador. Ese es mi Ser. ¿Le parece que estamos muy alejados?”