Una nueva anécdota simpática vivió el Papa. Esta vez ocurrió durante la vuelta a la plaza para saludar a los fieles, en medio de gritos y muestras de cariño. Francisco levantó la vista y vio al Padre Fabián Báez, sacerdote de la Parroquia Nuestra Señora del Pilar de Buenos Aires. El Santo Padre hizo parar el automóvil, esperó a Fabián y lo invitó a subir con él.
Con una sonrisa de punta a punta, Báez primero corrió nervioso a saludar al Papa, quien le hizo señas para que se subiera al coche. "¡Vení, subite!", fue la frase más festejada del día en el Vaticano. Y de yapa, el Papa dijo de su amigo que "es un gran confesor".