Maquetas, mapas y taceles

Influenciado e inspirado por Joaquín V. González la propuesta del Museo concibe a la geografía argentina como núcleo o centro de las demás disciplinas escolares.

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Como estrategia didáctica, Rosario Vera Peñaloza comenzó el abordaje de todos los fenómenos desde la naturaleza, causa y teatro de la vida de las personas, para luego continuar por la organización política y los límites territoriales que son sus consecuencias. Para eso utiliza, primeramente, la enseñanza de los fenómenos físicos, luego los biológicos y finalmente los sociales.

En este contexto, y sumado a la fuerte impronta nacionalista de la educación patriótica impulsada en aquellos años por el Consejo Nacional de Educación y heredera de los designios de la generación del 80 que va a entender a la educación y a la cultura como eslabones fundamentales en el afianzamiento del ser nacional, no es extraño que una parte importantísima de su legado sea la de los mapas de nuestro territorio.

Realizados con la ayuda de moldes, primeramente en yeso y luego en bronce o hierro que cedía el Ejército argentino -tal era el respaldo del Estado al proyecto de Vera Peñaloza- los mapas se confeccionaban con la técnica de cartapesta y cumplían un papel fundamental en la propuesta que Rosario Vera Peñaloza buscaba impulsar desde el Museo. Atravesada por el escolanovismo propugnaba un proceso de enseñanza y aprendizaje signado por la experimentación y el juego en donde los niños y las niñas fueran sujetos activos de su propia educación.

En esta línea de educación vivencial, se destacan las maquetas y dioramas realizados en madera y cartapesta y entre las que es posible también organizar núcleos temáticos alrededor de la currícula escolar. Así, existen representaciones de accidentes geográficos, construcciones andinas, sucesos históricos, entre otros.