Frente al tablero hecho de tapitas de gaseosa, cartones y témpera, el niño advierte que falta un número. "Acá falta el 100", dice en voz alta. Su interlocutora sube la apuesta: "¿Y qué viene después de ese número?". "101, 102, 103...", responde desafiante el chico. La escena pertenece al relato emocionado de la directora del Jardín de Infantes Nucleado "B", Olga Mieres, y es el resultado de un cambio en la forma de acercar a los chicos a la matemática. La propuesta fue acompañada por la capacitación que hasta hoy realizan en el Jardín las profesoras Fernanda Penas y Edith Weinstein, del CePA.

Las madres también
Pero aquí no termina la historia. Un hecho fundamental fue incluir a las madres del Jardín en la creación de los juegos. La crisis económica de 2002 y la falta de presupuesto "no nos paralizó", aclara Stella. La escuela apeló a la comunidad como tantas otras veces. Se convocó a un grupo de "madres solidarias" y ellas se las ingeniaron para crear los juegos con goma eva, cartón plastificado y tapitas de gaseosa.

Cada tarde, este grupo de madres se reúne en un cuarto pequeño, lleno de papeles y un armario con muchos, muchos juegos. "Ahora somos parte de la escuela", cuenta una de ellas. "Hay más gente para pensar", opina otra. Pero no son las únicas que se sienten reconfortadas con este trabajo: la maestra Cecilia asegura que sin la ayuda de las madres no sería posible tener los juegos. "Las madres son idóneas y criteriosas para realizar trabajos como éste", agrega.