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Aprender para enseñar
Raíces y emprendimientos:
la huerta en el jardín
La capacitación realizada en el Jardín de Infantes Nucleado "E" del Distrito Escolar 10 sobre huertas comunitarias fue el punto de partida para una serie de encuentros ligados a la nutrición y a emprendimien-
tos comunitarios para financiar materiales para el Jardín.
Las crisis vuelven creativas a las personas, pero también pueden desgastar. Con este pensamiento, Nora Harbi, vicedirectora de Jardín de Infantes Nucleado "E" del Distrito Escolar 10, cuenta las etapas que vivió esa institución en la creación de una huerta, a partir de la capacitación del CePA en el área de Ciencias Naturales. La intervención de la Escuela de Capacitación dinamizó una serie de proyectos institucionales y comunitarios, pero la situación económica, los robos y la falta de recursos hicieron que el nivel de convocatoria decreciera con el tiempo. Sin embargo, el entusiasmo de los que siguieron participando permitió encontrar nuevos horizontes para la propuesta.
La profesora Janine Schonwald capacitó durante 2002 a las docentes del JIN E, para que crearan una huerta con los niños del jardín. Eligieron el lugar, prepararon el suelo, sembraron, regaron y finalmente cosecharon. El Jardín convocó a la comunidad para que colaborara con el mantenimiento.
Poco después, la escuela realizó encuestas para conocer las costumbres alimenticias de las familias y descubrió que muchos niños no estaban acostumbrados a comer verduras.
El Jardín decidió convocar a padres y chicos a participar de una jornada sobre alimentación: los padres exhibieron cómo elaboraban sus recetas y los niños mostraron las comidas que podían hacerse con los productos recogidos de la huerta. Los saberes de todos enriquecieron el proyecto. Esa jornada dio lugar a encuentros mensuales con la comunidad, en los que participó una nutricionista. La propuesta se centró en el cuidado de la salud y la alimentación de los niños y las familias del jardín. A través de la huerta se intentó rescatar la cultura del trabajo de la tierra. "La participación no fue masiva. Aun así, descubrimos que valía la pena abrirse a la comunidad", evalúa Janine.
A partir de esta experiencia, la escuela propuso crear una microempresa: vender los productos de la huerta y financiar las actividades del jardín y los recursos didácticos. Paralelamente, las madres que fueron capacitadas idearon un proyecto para realizar huertas en terrenos baldíos, que pudieran ser visitadas por escuelas de la zona.
"Lo significativo fue la capacidad multiplicadora de un proyecto que comenzó en una escuela y se extendió a una propuesta de la comunidad para un municipio cercano", remarca la capacitadora.
cepa@buenosaires.edu.ar