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Archivo fílmico-pedagógico

Rollo girando
El amor y la furia
Una mirada cinematográfica
por Diana Paladino


Dos escenarios
El amor y la furia comienza con el paisaje de un lago azul y sereno rodeado por verdes colinas. Una imagen que, en parte, remite a las fantasías paradisíacas que se tienen sobre la isla de Nueva Zelanda y que muy pronto el film se encarga de desmitificar. De hecho, cuando la cámara se aleja, descubrimos que éste era sólo un afiche publicado a un lado de la ruidosa autopista de cemento. De tal modo, lo apacible y atemporal súbitamente se transforma en otra cosa.
Esa confrontación de escenarios expuesta en la primera escena del film, en cierto modo sintetiza la esencia de todo el relato. El amor y el odio que tiene entre sí la pareja (Jake y Beth), el rechazo y al mismo tiempo la necesidad de reconocimiento que sienten los hijos para con los padres, el resentimiento esclavo de Jake y el orgullo maorí de Beth, son algunas de las oposiciones que entronizan esta historia. En el plano temático, se entrecruzan tópicos universales como son el alcoholismo, la marginalidad, la violencia doméstica y la violación con otros que, en cambio, sólo se comprenden dentro del contexto social y cultural neocelandés. Ejemplo de ello es la convivencia de lo ancestral y lo contemporáneo, la conflictiva mixtura racial, la diferencia de clases.
El film, que está basado en la novela Once Were Warriors del maorí Alan Duff, es el primer largometraje de Lee Tamahori. Un director que para entonces, pese a hacer aquí su debut, ya contaba con una larga y exitosa carrera en el cine publicitario y la televisión.

Entrevista al director Lee Tamahori
- ¿Cuál es el lugar de los maoríes en la historia y la sociedad actual de Nueva Zelanda?
T.- El maorí es el indígena de Nueva Zelanda. Ellos ahora comprenden el 12% de la población (de 3,000,000) pero antes de ser colonizados por los ingleses eran un grupo más numeroso. Con la llegada de los británicos en el siglo XIX, hubo luchas largas y arduas. Pues, a diferencia de cualquier otra guerra librada con tribus indígenas, el maorí se defendió muy bien y obtuvo como resultado un Tratado que continúa vigente hasta nuestros días. Dentro de este Tratado, los maoríes y los blancos-europeos de Nueva Zelanda tienen ciertos derechos consagrados, como una Constitución. Durante los ochenta años subsiguientes a las guerras, estos derechos se han pisoteado varias veces pero, al final del siglo XX, han sido renovados por lo que se les presta mucha más atención. El maorí tiene un lugar muy fuerte en la sociedad neozelandesa, siempre lo tuvo. Ellos están conectados de cerca con la tierra, son muy espirituales (como la mayoría de los pueblos indígenas). Y, distinto del europeo, está muy vinculado a las cosas intangibles. Su vida ahora, sin embargo, transcurre en una sociedad industrializada. Sufre una especie de enajenación, que es lo que nuestra película aborda. El maorí ahora constituye una porción grande de la población carcelaria y arrastra muchos problemas antisociales como la dependencia del subsidio estatal, el desempleo, el alcoholismo. A diferencia de otras tribus indígenas del mundo, no hubo genocidio practicado sobre el maorí, ni fueron removidos de sus tierras a otras áreas. Por eso, por lo general, nuestra historia aprecia a ambas culturas que componen la sociedad. Probablemente, existe un porcentaje más alto de casamientos entre estas dos culturas -de maorí y europeos- que de cualquier otro pueblo indígena. No hay racismo abierto y, si aparecen tendencias racistas, tienden a ser escondidas y nunca llegan a la superficie. (...) La mayoría de los maoríes tienen hoy mucho de europeo en su sangre. Es difícil encontrar un maorí puro ya. Por supuesto, eso significa que hay muchas personas que aparentan ser blancas, como yo mismo, pero que tienen mucho de maorí en ellos.
- ¿Por qué la novela de Alan Duff resultó tan polémica?
T.- Nadie había escrito jamás algo como esto. Ninguna persona blanca podría escribir una historia semejante, hubiera sido vilipendiado y corrido por el pueblo. Tuvo que venir de alguien que era maorí. Alan Duff conocía esto muy bien, él creció dentro de esta cultura y podía escribir acerca de ella. Por supuesto que levantó mucha controversia. Ciertamente entre la 'inteligencia' y los elementos radicales que se interesan en la historia revisionista del maorí, donde sólo las imágenes positivas son presentadas, jamás se mostraría el lado oscuro. Lo de Duff fue muy polémico porque él tomó mucha responsabilidad al mostrar lo que está mal con la gente maorí. La película, por supuesto, atrajo la misma controversia. Pero una vez que se exhibió, toda la controversia desapareció gradualmente porque nuestra película tiene bastantes diferencias con el libro. Cambiamos fundamentalmente la estructura de la novela para dar más esperanza, corazón y cosas positivas, sin destruir el centro violento que la novela contiene. Retuvimos todo, y todavía le dimos muchas más puntas positivas. Eso es por lo que, yo pienso, una vez que la gente que se oponía la vio hizo un gran perdón tácito de su parte. Porque no era el "golpe bajo" que ellos habían pensado que sería.

En: www.finelinefeatures.com
Traducción Sergio Aita para CePA.


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