El Parque de la Flora Nativa Casa Amarilla está ubicado en el barrio de La Boca, entre las calles Irala, Pi y Margall, Aristóbulo del Valle y las vías del ferrocarril; en un predio lineal de 3,5 hectáreas.
Este predio pertenecía al ONABE, y se utilizaba para albergar una terminal multimodal con depósito de contenedores. Los vecinos, que lucharon para convertirlo en un parque público, participaron en las Jornadas de Diseño Participativo, acordando propuestas para un proyecto de diseño y para su Plan Maestro, y festejaron la publicación de la ley 1464/04 que ratificó el permiso de uso a favor del Gobierno de la Ciudad, y que transformó ese predio en urbanización parque.
La propuesta consiste en un parque lineal, a lo largo del cual se constituye un recorrido central que conecta sus extremos. Allí se encuentra un gran patio de juegos infantiles organizado en tres espacios según grupos etáreos (uno de preescolares y otros dos de escolares); un estanque con plantas acuáticas; y una fuente con chorros de agua aleatorios que además de entretener con sus movimientos de agua sirven para refrescar en el verano a los visitantes que tomen sol en el solarium lindante.
Se construyeron pérgolas con especies trepadoras (hasta que las mismas crezcan las pérgolas están cubiertas con cañas) que ofrecerán sombra mientras se desarrollan los árboles; un playón multiuso (que ha sido el reciclaje del piso de hormigón armado de un galpón que existía en el lugar); canchas de bochas y de tejo con mesitas con tableros de ajedrez; y un edifico reciclado que actúa como centro de interpretación del parque (que posee baños públicos para hombres, mujeres, niñas, niños y discapacitados). En un extremo del parque se divisa una pequeña cancha de fútbol. Toda la vegetación implantada está señalizada con carteles que identifican cada especie por su nombre científico y vulgar.
El acceso por la calle Gualeguay tiene un ancho mayor, ya que se tiene previsto instalar un puente sobre las vías del ferrocarril. Por ello se construyó el camino hasta las rejas para desde allí implantar un puente peatonal, que deberá proyectarse y concretarse cuando se resuelvan las cuestiones legales y de jurisdicción con la empresa del ferrocarril.
Hay un pequeño sector donde se plantaron perales como recordatorio de que en este lugar existió la primera plantación en el siglo XIX de estas especies en el país. No son nativas y fue la única excepción resuelta con los vecinos como testimonio a la historia del barrio.
En el lugar habían quedado algunos rastros de su uso ferroviario de cargas. Como un antiguo cartel, que fue restaurado, que indica la presencia de la “Estación Casa Amarilla” del FNGR (iniciales de la antigua línea Ferrocarril Nacional General Roca). También se encontró una roca granítica, de cuando las traían en trenes cargueros para uso constructivo, que tiene señales de haber sido trabajada de manera inconclusa. Los vecinos propusieron colocarla como una pieza decorativa que además deja testimonio de las antiguas actividades del predio.
El diseño paisajístico concretado cumplió con la demanda social de un parque con zonificaciones claras e integradas, funcional, inclusivo y donde el material vegetal sea el principal protagonista en función de los usos de la gente.
Este parque ha sido una remediación ambiental además de una intervención paisajística, por la característica de recuperación de sus suelos degradados y por el material vegetal colocado. Este proyecto es una sumatoria de intervención paisajística, ambiental y social donde los vecinos gestionarán conjuntamente el parque con el Gobierno de la Ciudad.