Gardel y políticas de Estado por Norberto Regueira
“Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad”
Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 15.
El fenómeno migratorio que vivió la Argentina a fines del siglo XIX y principios del siglo XX se caracterizó por el estímulo del Estado, estímulo que se diera en una legislación receptiva que buscaba integrar esa migración al proceso productivo. La sanción de la Constitución Nacional de 1853 y su expresa referencia a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” enmarcan el resto de las políticas y decisiones que se tomaron para el ingreso a suelo patrio de una millonaria cantidad de inmigrantes.
El fenómeno de la inmigración se tradujo en la construcción de una sociedad con una profunda movilidad social. A diferencia de sociedades estratificadas con pertenencia a clases inamovibles por generaciones, en la Argentina fue posible pasar de oficio a profesión. La figura del padre albañil y el hijo doctor se repetía. De igual manera se advierte la prosperidad de los hábiles comerciantes.
La educación y la salud pública fueron dos pilares sobre los que pivoteó el modelo. Este acceso universal transformó al país. Es importante destacar que no fue un lecho de rosas. Existió la conflictividad social y el mismo régimen que abría las puertas sancionó la Ley de Residencia para poder expulsar a los díscolos que fueran contra los propios cimientos. Los beneficios de los inmigrantes no fueron análogos para los nativos.
No dudo en señalar que con causa en una política de Estado, fueron habituales los emergentes que mostraban las bondades de todo el proceso. Y lo que me llama la atención es que el Estado prescindiera de exponer a Carlos Gardel como el ejemplo de este supuesto.
Quien actuara bajo el nombre artístico de Carlos Gardel fue Charles Romuald Gardès, nacido el 11 de diciembre de 1890 en el Hospital Saint Joseph de la Grave de la ciudad de Toulouse, Francia, hijo de Marie-Berthe Gardès, de veinticinco años, y de padre desconocido.
Madre e hijo llegan en el vapor Dom Pedro, desembarcando en Buenos Aires en marzo de 1893 y pasan a integrar el modelo en igualdad de condiciones que el resto de los inmigrantes. Gardel fallecerá en un accidente de avión en Medellín, Colombia, el 24 de junio de 1935.
En la figura de Carlos Gardel se hacen evidentes la mayoría de los logros del fenómeno de la inmigración. Se da la integración social, de una madre que trabajaba como planchadora surge un hijo que se convierte en artista de fama mundial, progresan económicamente adquiriendo casa propia, la escolaridad y alfabetización se logran con creces, adquieren y hacen propio el idioma y las costumbres locales. Todo ello trabajando por cuenta propia y por fuera de cualquier tipo de prebenda. El inmigrante convertido en artista vuelve al suelo patrio originario y viaja por el mundo desarrollando su arte.
Incluso, es curioso iniciado el siglo XXI, la cantidad de supuestos que permiten estar ejemplificados en Gardel y su madre. Situación de la mujer soltera y con hijos. Discriminación al inmigrante. Equiparación de derechos entre hijos nacidos bajo la regulación del matrimonio o fuera de ella. Filiación como derecho de madre e hijo. Cultura nacional y producción extranjera.
En torno a Gardel se exponen todos los supuestos controversiales que atravesara la sociedad argentina durante el último siglo y medio. Por ello resulta extraño que el Estado no ejerciera una política activa en torno a Gardel, desestimando las diferentes construcciones míticas e interesadas que se hicieron en torno a la figura del artista, su madre o su época. E incluso, brindando mayor protección al acervo.
Cuando se desconoce o soslaya la nacionalidad francesa de Gardel, se priva a Gardel del derecho a la identidad. La consecuencia directa de esa negativa es negar la filiación de Gardel con su madre Berta.
Con relación a Doña Berta, se suprime su maternidad. Deja de ser la madre de Carlos. Berta es víctima de discriminación y sexismo.
El Estado no intervino en la repatriación de los restos, los actos de homenaje se dieron por gestión de una comisión de homenaje integrada por caracterizados artistas. El sepulcro fue construido en parte mínima por suscripción popular y de manera terminante con los recursos que afectara Doña Berta, en los dos pequeños lotes que le entregaran en el Cementerio de Chacarita, Ciudad de Buenos Aires.
Se hizo necesaria la intervención popular para que se sancionaran los decretos Nº 5830/77 de la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y Nº 3781/77 del Poder Ejecutivo, por el cual se fijó el 11 de diciembre como Día Nacional del Tango, atendiendo a la fecha de nacimiento de Carlos Gardel y Julio De Caro.
Fue necesario que una asociación civil, el Centro de Estudios Gardelianos, se involucrara para que el Poder Ejecutivo Nacional, en diciembre de 2006, declarara sepulcro histórico nacional a la bóveda que guarda sus restos. Y la adquisición y donación a la Ciudad de Buenos Aires, por parte de un empresario privado, de la casa en la que viviera Gardel con su madre, es parte de la acción de particulares.
La omisión por parte del Estado parece llegar a su fin. La creación de una Comisión de Homenaje en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y la gestión del Museo Casa Carlos Gardel son actos auspiciosos.
La proyección internacional por su cine y canciones, la creación del tango cantado como género, la indudable certeza de su filiación y nacionalidad, la discriminación y sexismo y la situación del inmigrante, son entre otros supuestos, los que justifican plenamente tener un Estado activo en torno a Carlos Gardel. Todo ello con el objetivo de dar certeza a la información, abrir cursos fundados para la investigación y descalificar los mitos artificiosos y falsificaciones usuales de conceptos y documentos que se generan con epicentro en “Los Gardès”.
Norberto Regueira