Acerca del jardín
Descubrí el jardín y su historia
Este Oasis verde, se extiende sobre casi seis mil metros cuadrados. Su diseño responde al de los jardines hispánico-islámicos, cuyo mayor exponente es el Generalife de La Alhambra en Granada.
Invita al olvido de la ciudad detrás del muro y a recorrerlo con los tiempos que exige la naturaleza. Tiene setecientos metros lineales de boj, arbusto con el que se construyen paredes verdes -setos-; que dibujan un camino laberíntico. Las eras son las áreas delimitadas por setos, que fueron formados por la poda diaria de los jardineros-, dentro de éstas, las plantas crecen como si el hombre no interviniera en su desarrollo. Este espacio es como una cuadrícula geométrica que enmarca una selva virgen.
Antonio Sturla, el jardinero mayor desde hace más de 32 años, conoce al detalle la historia y los secretos del lugar. Explica que los árabes que vivían en la Edad Media, como todas las grandes civilizaciones reflejan sus ideas en los jardines y concibieron los suyos como la antítesis del desierto: con agua, plantas, tierra fértil y buen clima.
El jardín árabe manifiesta el anhelo por el Paraíso mahometano, descrito con detalles en el Corán. La vida del musulmán está ligada a la idea que tiene del paraíso, imaginado como un jardín repleto de delicias y placeres donde se puede alcanzar la satisfacción de los anhelos.
De esta forma, el jardín hispanoárabe se envuelve de todo aquello que le puede proporcionar placer a los sentidos: para la vista, el color, la luz y la sombra; para el olfato, las plantas aromáticas y el dulce perfume de las flores; para el oído, el murmullo del agua; para el tacto, las distintas texturas de los materiales; para el gusto, el sabor de los frutos. Adquiere su carácter andaluz con los naranjos amargos, los cipreses, la granada, el membrillo, el níspero y el olivo, entre muchas otras especies. A su vez, sus dos fuentes, la de las Ranas y la del Patio del Naranjo, generan un clima propicio para la meditación.
Las palmeras tienen una fuerte connotación religiosa: "comunican con Dios: tienen fruto, sombra y agua, como un oasis", cuenta Antonio. En el jardín, crecen en el "encierro libre" o la "libertad encerrada" de las eras. Una singularidad que también representan los jardines árabes, es la abundancia de olambrillas, azulejos, y sobretodo lo de tipo Pas de Calais en sus galerías y en los muros que lo rodean.
Otro de los atractivos del jardín es su Ginkgo biloba traído de China, que rompe con el carácter andaluz. Esto es porque, cuando a principios del siglo XX el escritor comenzó a darle carácter hispanista a su morada, y el árbol ya estaba ahí: lo había dejado plantado la suegra de Larreta en 1892, entre otras especies. Actualmente se conserva el fuste de este por su valor patrimonial, y hace cuatro años se plantó un nuevo ejemplar. El Ombú, en cambio, resultó un agregado autóctono al jardín andaluz, lo plantó el hijo de Larreta en 1925. Algunos lo consideran una "hierba gigante" y otros opinan, que se trata de un árbol, que carece de lignina en su estructura celulolítica (proteína que le da la rigidez a la madera). Este ejemplar era femenino, y en 2019, tuvo que ser talado por el ataque de un hongo endógeno. En el 2021, luego de un proceso fitosanitario, se plantaron algunos de sus retoños en el mismo espacio que ocupaba originalmente.