Sala Rosas y la confederación
Conocé la confederación rosista y el camino hacia una Constitución Nacional.
Confederación rosista
Luego de derrocar y fusilar al gobernador de la provincia Manuel Dorrego, el general Lavalle fue derrotado en 1829 por las tropas federales de Estanislao López y Juan Manuel de Rosas, quien se convirtió gracias a este hecho, en el hombre fuerte de Buenos Aires. En diciembre de ese año, la Legislatura provincial designó como gobernador al líder federal, nombrado como el “Restaurador de las Leyes”. Rosas gobernó Buenos Aires en dos periodos distintos: 1829-1832 y 1835-1852. Una constante de esos años fue su veto a la organización nacional. Las provincias se mantuvieron unidas por medio de pactos pero siempre bajo la dirección de Buenos Aires, que continuó su proceso de crecimiento ganadero. En este sentido, Rosas se negó a compartir los ingresos de la aduana y no permitió la libre circulación de los ríos para mantener la primacía económica de la provincia.
Durante los primeros años en el poder, Rosas se dedicó a la pacificación del territorio provincial e impuso un orden federal en el interior. Solicitó que la Legislatura le otorgara “facultades extraordinarias” –las cuales eran renovadas continuamente de manera ritual–, argumentando la existencia de amenazas externas e internas. Estas facultades garantizaron al gobernador una cuota muy alta de poder.
Hacia el fin de su primer mandato, en 1833, Rosas realizó una expedición al sur de la campaña bonaerense con el objetivo de incorporar más tierras productivas a la provincia y aquietar la frontera. Para esto combinó el uso de la fuerza militar y la firma de tratados con las poblaciones indígenas. Su segundo gobierno estuvo marcado por una serie de conflictos locales e internacionales que llevaron al régimen a intensificar el control y la represión internos. Rosas buscó la unanimidad política en la provincia, persiguiendo y reprimiendo a los opositores y estableció un sistema plebiscitario popular. Sin embargo, su estrategia visual fue la más significativa. El uso obligatorio de la divisa punzó, en 1832, se convirtió en el primer paso de la multiplicación de la imagen de Rosas por la ciudad. La inclusión de la efigie del gobernador, el color rojo, o consignas como “Federación o Muerte” en diversos objetos y vestimentas eran muestras visibles de apoyo a la causa federal porteña.
El camino hacia una Constitución Nacional
La Constitución Nacional promulgada en 1853 estableció una república de carácter federal y representativa con una estricta división de poderes. De la misma manera, garantizó una serie de derechos, libertades y garantías civiles para la protección de los ciudadanos. Si bien creó un poder nacional fuerte, centralizado en la figura del Presidente –elegido por un colegio electoral y sin posibilidades de ser reelecto– las provincias mantuvieron una importante cuota de autonomía. Algunos de los modelos y antecedentes de este documento fundador fueron la Constitución de los Estados Unidos y las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina de Juan Bautista Alberdi. Por otra parte, la Constitución del Estado de Buenos Aires –aprobada en 1854– mantuvo similitudes con la nacional, aunque con algunas diferencias. En la provincia se jerarquizó más la legislatura, se determinó un periodo de 4 años para el gobernador –a diferencia de los 6 establecidos para el Presidente de la Confederación– y se establecieron dispositivos electorales que promovían una mayor competencia política. Luego de la batalla de Cepeda en 1859, Buenos Aires aceptó ser parte integrante de la Confederación Argentina. Sin embargo, antes de unirse exigió la convocatoria de una comisión para revisar el texto constitucional con el objetivo de proteger la autonomía provincial. La primera reforma constitucional fue aprobada finalmente en 1860.