Antecedentes de la Revolución de Mayo
En 1776 el Rey Carlos III de España decidió, por razones administrativas, económicas, defensivas y geopolíticas, la creación del Virreinato del Río de la Plata, cuya capital fue Buenos Aires. A partir de entonces, su puerto podría comerciar libremente, tanto con España como con las provincias interiores, lo que, junto con el asiento de las autoridades virreinales dio un fuerte impulso al desarrollo urbano. En ese sentido el segundo Virrey, Juan José de Vértiz (1778-1784) realizó una amplia tarea de desarrollo urbanístico con la colocación de los primeros faroles, la realización del Paseo de La Alameda -el primer espacio público para recreo de los habitantes a la vera del río-, la apertura de caminos y el arreglo de calles. El censo de 1778 dispuesto por Vértiz arrojó como resultado que en la ciudad vivían 24.205 habitantes, lo que trajo aparejados cambios constructivos en la zona céntrica, con pequeños cuartos pensados para rentar a comerciantes con vista a la calle, así como para hospedaje. Ese impulso comercial llevó a que en 1804 se construyera una recova para albergar el comercio, separando la Plaza Mayor en dos. A fines de siglo el Virrey Avilés realizó el primer adoquinado urbano.
Los altibajos de la política exterior española durante el siglo de las luces, apoyada en su alianza con Francia, a partir de la revolución política sucedida en su poderoso aliado, llevan al Imperio español a una situación de conflicto. Este funciona como elemento de disgregación de sus dominios, ya que en 1778 se introduce el Reglamento y Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias promulgado por el rey Carlos III. A partir de entonces se flexibiliza el comercio entre la metrópoli y sus colonias en América.
A las convulsiones de la diplomacia real española y a su descenso como actor principal de la política internacional inversamente proporcional al surgimiento de las nuevas y más dinámicas nuevas metrópolis europeas cuya presión sobre la coherencia económica de Indias será un actor clave en la desestructuración de esa unidad económica y demográfica española en Sudamérica, deben sumarse causas endógenas en América a partir de su entrada al conflicto internacional cuando en 1806 y 1807, Buenos Aires es invadida por milicias inglesas, lo que condujo a su organización en regimientos militares para la defensa de la ciudad conforme su origen.
Luego de las invasiones inglesas de 1806 y 1807 el Río de la Plata ya no volverá a ser el mismo. Por un lado, por la politización de la sociedad y por otro por la creación de las milicias urbanas, ambas determinantes en 1810. Europa, mientras tanto, tampoco pasa por aguas calmas ya que se encuentra inmersa en las guerras napoleónicas. En ese contexto, en España, el hijo de Carlos IV obliga a su padre a cederle el trono y así se corona Fernando VII; ambos apresados por Napoleón quien ya había ingresado a la península.
La resistencia al nuevo poder de ocupación francés y a José Bonaparte nombrado máxima autoridad, quedó en manos de las juntas que se organizaron y de la Junta Central de Cádiz, que se adjudica el gobierno hasta tanto sea repuesto el legítimo rey. En junio de 1809 llega a Buenos Aires un nuevo Virrey español nombrado por la Junta, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Cuando en mayo de 1810 llega la noticia de la caída de la Junta de Cádiz, el grupo patriota que integran: Belgrano, Castelli, los hermanos Rodríguez Peña y otros más, logran hacer que se convoque a un Cabildo Abierto para decidir qué hacer ante la nueva situación en España.
El Cabildo Abierto comienza el 22 de mayo y en él se dan dos posiciones bien claras: por un lado, la de los criollos (españoles americanos) encabezada por Castelli, quien sostiene que una vez encarcelado el rey y caída la Junta depositaria de sus derechos en España, el poder retrovierte al pueblo y éste lo vuelve a adjudicar en quien considere. Este principio se conoce como retroversión de la soberanía. Por el lado español, se encuentra el Obispo Lué, que es quien lleva la palabra y sostiene que los españoles tienen derecho en América hasta que quede el último de ellos.
No sin conflictos y tensiones se consigue la formación de la Primera Junta de Gobierno. Se encontraba encabezada por Cornelio Saavedra, que era el jefe del Regimiento de Patricios (creado luego de la primera invasión inglesa), quien al no apoyar al virrey inclina la balanza hacia la posición de los patriotas. El secretario es Mariano Moreno, un abogado representante de los hacendados y Juan José Paso en la secretaría dedicada a lo financiero. La integran también Belgrano, Castelli, Alberti, Matheu, Azcuénaga y Larrea.
Los conflictos sobre el devenir del proceso no tardan en volverse enfrenamientos al interior de la Junta. Por un lado Saavedra quiere que se incorporen a ella dos diputados por cada Cabildo del Interior, tal cual lo había solicitado la Junta cuando se forma. Por otro, el Secretario Mariano Moreno busca evitar esa incorporación e imprimir un curso acelerado al proceso.
Moreno es removido de su cargo y enviado a Europa en misión diplomática a la par que comienzan a incorporarse los diputados del interior, dando origen a la Junta Grande. Pero en 1811, luego de las jornadas de abril en donde los orilleros piden la renuncia de todos los morenistas de la Junta, también es removido Saavedra y el poder queda en manos del cordobés Dean Gregorio Funes. Hay que recordar también que Belgrano había sido enviado en 1810 en campaña militar al Paraguay y Castelli al Alto Perú para lograr la obediencia de todas las regiones del antiguo virreinato, cosa que se logra con suerte dispar.
Los sucesos de la Semana de Mayo | Día por día
El 14 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe, trayendo periódicos que confirmaban ciertos rumores que ya circulaban con intensidad en Buenos Aires: la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español, había caído en manos de Napoleón, conformándose entonces el Consejo de Regencia
El 18 de mayo el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros publica un bando en el que pide al pueblo que se mantenga fiel a España, que había sido invadida por los franceses.
El 19 de mayo, mientras los realistas estaban dispuestos a someterse a la autoridad del Consejo de Regencia, los criollos lo rechazaron y argumentaron que no representaba el poder del pueblo por no haber sido nombrado por ellos como rey. Por lo tanto, los criollos piden a las autoridades que se les permita realizar un Cabildo Abierto. Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano se lo solicitan al Alcalde Lezica y Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva.
El domingo 20, el virrey recibe a funcionarios del Cabildo, jefes militares y criollos, a quienes les solicita apoyo ante una posible rebelión, pero todos ellos se negaron a brindárselo. Castelli y Martín Rodríguez insistieron con el pedido de Cabildo Abierto. El virrey lo consideró una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso. Entonces, Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros respondió: “Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran” y convocó al Cabildo para el día 22 de mayo.
El lunes 21, se produce la ocupación de la Plaza por parte de una multitud de hombres armados. El grupo de revolucionarios estaba encabezado por Domingo French y Antonio Luis Beruti, bajo el nombre de “Legión Infernal”. Pedían fervientemente que se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto. Es entonces cuando el Cabildo invita a los principales vecinos a reunirse el día 22 en Cabildo Abierto El Cabildo Abierto del martes 22 de mayo tuvo 450 invitados pero sólo pudieron llegar 251. Abre la sesión el escribano del Cabildo, Justo José Núñez” y entonces comienza un debate que por momentos fue desordenado y tumultuoso. Después de largas discusiones, se resuelve que el virrey cese en el mando.
El miércoles 23 el Cabildo dio un golpe contrarrevolucionario nombrando una junta presidida por el virrey destituido, señalando que tenía facultades para ello en virtud del Congreso General del día anterior. Ello generó la furia de las milicias y del pueblo, resultando inaceptable para los partidarios de la revolución.
El jueves 24, los integrantes de esa junta Castelli y Saavedra renuncian. Por la noche, Castelli y Saavedra más una delegación de patriotas se presentaron en la casa de Cisneros y lograron su renuncia. La Junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.
El viernes 25, los criollos, reunidos en la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) y en busca de noticias, gritan: "el pueblo quiere saber de qué se trata. Los delegados de los revolucionarios dijeron que no se conformaban con la renuncia de Cisneros, que el pueblo debía asumir el gobierno. Finalmente, Martín Rodríguez leyó desde el balcón los nombres de los nueve hombres que integrarían la Primera Junta del Gobierno Patrio. Lo que parecía increíble, se hizo real, se había formado un gobierno con criollos, la voz del pueblo fue escuchada