En primera persona
Gastronómicos de Barracas
Con el fin de potenciar los espacios gastronómicos locales de Barracas; rescatamos las historias detrás de comercio para que toda la Ciudad las conozca. Las historias contadas por los dueños a partir de sus propias vivencias, resaltan la identidad del barrio y de sus habitantes.
Barracas es un barrio bien porteño, en el sentido estricto de la palabra. Aquí se siente el puerto, no solo por la cercanía con el Riachuelo sino por los grandes depósitos y camiones que circulan por sus calles adoquinadas. A la hora de comer, el público obliga: bodegones, parrillas y cantinas. Es la cocina de nuestras principales inmigraciones, española e italiana.
Son sabores que nos transportan en un bocado al pasado, a la infancia, a la casa de la abuela sin dejar de lado un toque contemporáneo en cada plato. En Barracas palpita el alma porteña.
Cayetana Vidal Buzzi
Conocé los testimonios de los gastronómicos barraquences
- Los Laureles
- Bar El Progreso
- La Flor de Barracas
- El Puentecito
- Pizzería California
- La Bartola de Barracas
- El Pato Loco
- La Cabaña de Barracas
- Rotisería Los 5 Hermanos
Los Laureles
Por Roberto Pepe
El Bar Los Laureles, es además restaurante, tanguería, peña y milonga. Una de las pocas construcciones que sobreviven desde el siglo XIX en Barracas y hoy alberga una de las mejores cocinas típicas porteñas de Buenos Aires. Se come rico y los parroquianos bailan Tango de Miércoles a Domingos. Los viernes la Peña de Tango ha cobrado fama en el circuito tanguero. Hoy es muy apreciado por quienes recuerdan al "Viejo Almacen de San Telmo", o al "Bar el Chino de Pompeya", con esa mezcla de bohemia y autenticidad de los bodegones del sur de la ciudad. Este bar sin embargo no está en el circuito turístico tradicional, los turistas que llegan a Los Laureles se asombran al conocer un lugar de "tango verdadero".
Este Bodegón, presente en el inconsciente colectivo del barrio, es recreado por los parroquianos con guitarras y cantores. Sus habitué aún llevan la impronta de todos los íconos que le dieron personalidad a esta parte de Barracas: el tango, que en este aún hoy arrabal, destila sus formas y códigos más genuinos.
Todos los viernes con micrófono abierto, eximios guitarristas acompañan a cantores que provienen de todos los barrios de la ciudad, y van llegando más amigos cantores y bailarines. Los miércoles, jueves, sábados y domingos con las porteñazas milongas el tango recorre el salón a pie de los bailarines más diversos y a mano de los discos de pasta de la colección del Bar. Monumento vivo al patrimonio cultural del barrio.
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Av Iriarte 2290
Tel: 4303-3393
De jueves a sábados desde las 20 h
Forma de pago: contado, tarjetas (débito y crédito)
Wifi: SI
Bar El Progreso
Por Cesar Moreno
La Historia
En 1958, con una de las últimas oleadas inmigratorias, llegó a la Argentina: María Licina Tomás Moreno. Lo hizo desde Asturias, España, junto a su marido Aureliano y el hijo de ambos: César. Para cuando los Moreno se hicieron cargo, el Bar El Progreso existía ya desde 1942.
La familia trabajó incansablemente hasta convertir al Bar en uno de los más famosos de Barracas, frecuentado en aquellos tiempos por trabajadores de fábricas y del puerto. Hoy en día el negocio sigue adelante gracias a que el hijo de María Licina y Aureliano: César Moreno, tomó la posta. Han desfilado por el Bar cantidad de personajes ilustres de la cultura de Barracas y de Buenos Aires: en general, ya sea porque eligen el local para tener sus entrevistas con los medios o porque son habitués de la casa; entre ellos Diego Capusotto, Hugo Arana, Alfredo Casero y Elena Roger. Con el interés de aportar a la vida cultural de Barracas, el Bar tiene varias noches al año, espectáculos de tango, folklore y música popular. Además de funcionar como local de comidas y cafetería tradicional, el Progreso es buscado por directores y productores para filmar propagandas y comerciales. Las paredes están abarrotadas de fotos de Villaviciosa, lugar de origen de los dueños, fotos de Barracas a lo largo de los años, afiches de películas que se filmaron en el bar y vitrinas de colecciones de los más variados objetos: desde mates, cubiertos y juegos de té hasta teléfonos y espejos.
La Comida
Desde siempre El Progreso se caracterizó principalmente por sus desayunos y meriendas tradicionales con café con leche, submarinos, capuccinos y medialunas de excelente calidad. Para el mediodía, las minutas están inspiradas en la comida casera y hogareña que tienta a cualquiera: abundantes platos de milanesas, pastas, matambre a la portuguesa o a la pizza, albóndigas, tortilla de papas (infaltable clásico español) y picadas para compartir con amigos.
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Av Montes de Oca 1702
Tel 4301 0671
De lunes a viernes de 7 a 20 hs. Sábados hasta las 14 h
Forma de pago: contado
La Flor de Barracas
Por Carlos Cantini
La Flor nació fonda. La leyenda popular narra que abrió a fines del siglo XIX. Los papeles dan cuenta de 1906. Tuvo pasada lumpen. Se la conoció como “la puñalada”, “tarzán”, “luna park”. Su actual nombre surgió en 1965. La Flor mantiene inalterable su cafetín de esquina con piso calcáreo, ventana guillotina y puertas de dos hojas. Hoy le suma a su propuesta el Patio Arolas y el Salón Villoldo (nombre de ilustres barraquenses vecinos).
Está ubicada en el corazón de lo que fue el pujante enclave fabril en el siglo XX. A 100 mts del Pasaje Lanin.
Rodeada de moles de altísimo patrimonio urbanístico y cultural. Es un rincón familiar, cotidiano, apropiado por los vecinos.
La cocina es de bodegón: guisos, estofados, bondiola, cordero, pastas caseras, pesca del día, pizzas, empanadas. El plato más reconocido son los “ñoquis rellenos”. Los postres: arroz con leche, flan, budín de pan, chocotorta, derecho viejo (queso y dulce).
Para acompañar el café tenemos abierta al público la Biblioteca Impopular con textos sobre el barrio y narrativa porteña.
Entrar a la Flor es visitar a la familia. Una esquina mistonga, arrabalera, atrevida, del sur de Buenos Aires.
Fonda. Bodegón. Boliche. Café Notable. Barracas
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Suárez 2095
Tel 4302 7924
Lunes a miércoles de 7 a 18 h, jueves y viernes de 7 h a medianoche, sábado de 9 h a medianoche
Forma de pago: contado
Wifi: SI
El Puentecito
Desde 1873
Nació en una esquina de Barracas donde el barrio se hace río. Tardes de mate y guitarra. Noches de caña y de ginebra, convirtieron a “El Puentecito” en un mito que ya es parte de la historia de la ciudad. Políticos, artistas y deportistas se acordaron, alguna vez, en su largo mostrador.
“Mi nombre es el puentecito siendo huérfano de padres me fui cuando entre compadres, entre el humo de garito, de Barracas soy un hito, mis mientras vienen y van, mi domicilio sabrán toman notas de yeites, vivo en Avenida Vieytes ochavando con Luján”. Con estos versos, alguna vez el payador quiso dar vida y voz al tradicional restaurante que, con más de un siglo de funcionamiento, se convirtió en una institución para los vecinos de Barracas. “El Puentecito” nacía en noviembre de 1873, a pocos metros de lo que hoy es el viejo puente Pueyrredón (entonces puente Galvez). Aunque algunos atribuyen a esta cercanía el motivo de su nombre, los que más conocen de su leyenda aseguran que en realidad hace referencia a un pequeño puente de madera bajo el cual corría un arroyo, muy cerca de la zona.
Pero su historia comienza casi un siglo atrás. Allá por 1750 ese mismo lugar era una pulpería, donde los gauchos iban a tomar tragos de ginebra y caña. Sus actuales dueños descubrieron en el patio del local, lo que había sido un depósito (un pozo de 5 metros de profundidad) que era utilizado para mantener bebidas frescas.
No es mucho lo que se conserva de aquel entonces; quedan rastros de lo que se llamaba “la matera” una pieza con sus arcadas en torno a la cual los hombres se sentaban en rueda a tomar mate, mientras esperaban que fueran cargadas sus carretas, con provisiones para sus viajes. Con el correr del tiempo, el lugar fue cambiando de fisonomía. Pulpería, despacho de bebidas, almacén, finalmente fonda, en 1873.
En sus comienzos fue bautizado “la cancha” porque se jugaba a la pelota vasca en un frontón (con la mano y un paño de cuero). Los vacos lecheros que venían a caballo no dudaban en abandonar sus carros por un rato y detenerse en la cantina para disfrutar de buenas comidas, bebidas y diversión. Además de pelota vasca, estaba la cancha de bochas. No sólo el público de Barracas sino también de los alrededores se entretenían en la fonda que permanecía abierta todo el día. Aunque las canchas ya no existen más, la modalidad no cambió: como desde hace un siglo El Puentecito nunca cierra: “solamente en Año Nuevo y Navidad”.
En 1958, la fonda pasó a ser bodegón, luego restaurant y poco a poco fue abriendo sus puertas a toda la familia, pues la cantina era el lugar habitual de un público exclusivamente masculino: “venían sobre todo los trabajadores de los frigoríficos” comente uno de sus socios. Pero ¿Quién no pasó por El Puentecito?” comenta un hombre que toma un trago en el mostrador.
No sólo el público local, también políticos, artistas y figuras del deporte fueron dejando sus huellas y agregado capítulos a su historia. Desde los célebres balcones que dan a la esquina de Vieytes y Luján, Hipólito Yrigoyen dio su memorable discurso antes de ser presidente en 1912. También el diputado socialista boquense Alfredo Palacios eligió El Puentecito para pronunciarse.
Raúl Alfonsín es recordado como aquel habitual cliente que jamás olvidaba al mozo que lo atendía, cada vez que visitaba el lugar , aún siendo presidente de la Nación , ha venido a comer sus platos preferidos. Otro de los fieles clientes del restaurant fue el escultor Julio César Vergottini, gran amigo de Quinquela Martín: “eran como hermanos”, señala otro de los socios. También pasó por el lugar el ilustre cantor Ángel Vargas, más conocido como el ruiseñor de las calles porteñas. “era muy común que la gente viniera con sus guitarras y se pusiera a cantar. Había muy buenos cantores”
Cada 20 de septiembre El Puentecito festeja un nuevo aniversario.
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Vieytes 1895
Tel 4301 1794
Toda la semana de 12 a 1 h
Forma de pago: contado,tarjetas de crédito y débito
Wifi: SI
Pizzería California
Por Betty Otero
Hola, soy Betty Otero y junto a mi marido Manolo, somos los propietarios de Pizzería California, un sueño que por estos días estará cumpliendo sus primeros 25 años de vida.
Nuestra historia en el rubro se remonta al año 1963 cuando mi padre, Manuel Otero, junto a mi tío y dos socios más, compraron Pizzería Barracas, situada en Vieytes 1273, también conocida como la Pizzería de Los Gallegos o Pizzería Vieytes. La bonanza económica de la época hacía que las fábricas trabajaran día y noche, por lo que la afluencia de trabajadores venidos de capital y el conurbano era constante: a la salida del trabajo pasaban por la pizzería y se comían una porción, lo que les hacía más llevadero el regreso al hogar.
En ese momento no existía el delivery, la gente sacaba número y esperaba paciente su pedido de pizza y se llevaban el postre que podía ser flan casero, sopa inglesa, merengues, palo Jacob , etc. En el año 1975, tras el fallecimiento de mi padre, Manolo se incorpora como mozo de salón mientras iba aprendiendo el oficio de pizzero al lado de Vicente Otero, Jose Rey y Luis Rey.
Fueron pasando los años y el sueño de tener un local propio se hizo realidad cuando el 28 de agosto de 1990 se abrieron las puertas de Pizzería California: Manolo haciendo pizzas y Betty empanadas. Fueron años de intenso trabajo, durante los cuales logramos fidelizar una nutrida clientela, la que nos acompaña hasta el día de hoy. Después de cuatro año nos trasladamos al local de California 2435, con un salón sencillo pero familiar, atendido cordialmente y donde se pueden degustar las distintas pizzas que elaboramos a la vista y con productos de primera calidad. Contamos con servicio de delivery sin cargo, solo por la noche , a partir de las 20 hs.
La mayor satisfacción en estos 25 años es cuando algún cliente, ya mayor, recuerda nuestros comienzos en Vieytes; o cuando los más jóvenes nos cuentan que sus padres o sus abuelos llevaban a probar “la mejor pizza de Barracas” y ahora visitan nuestro local con sus hijos. Pizzería California ocupa de esta manera un lugar en el corazón y la memoria de los vecinos de Barracas a los cuales les estamos inmensamente agradecidos.
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California 2435
Tel 4303 4273
De lunes a sábados de 12 a 15 h, martes, miércoles y jueves de 20 h a 22.30 h, viernes y sábados de 20 h a 23 h
Se puede encargar por teléfono
Forma de pago: contado
WiFI: NO
La Bartola de Barracas
Por Claudio Alvarez
La esquina de la hoy Av. Osvaldo Cruz y Santa María del Buen Ayre, desde comienzos del siglo pasado fue testigo privilegiado de sacrificio, lucha y trabajo dado en principio por las políticas nacionales de inmigraciones que colmaron la zona de culturas tan distintas que de alguna manera fueron forjando, con los años, el perfil típico del barrio de Barracas. Que lo diferencia desde sus comienzos del resto de los barrios de la capital.
Esta esquina vio pasar todo el avance de una sociedad pujante formadora de cultura de trabajo: la que hicieron los obreros del pescado, de la madera y toda aquella materia prima que pudiera ser transportada por el riachuelo en barcazas hasta su destino final. La esquina también acompañó esos cambios. Siempre fue casa de altos, cuya planta baja se concibió para ser utilizada para el comercio. Es así que desde 1920 funcionó un bar, parador obligado de los obreros al final de jornada, en cuyo interior se tejieron historias de progreso, de esperanza de familia, que muchos plasmaron en el barrio y otros, golondrinas, los llevaron a sus tierras.
Ya por el año 1930 se incorpora a las instalaciones el rubro “restaurante”, llevando como nombre “mundo nuevo”, inspirador este de tantos proyectos dibujados en el mar, con añoranza de las raíces. El dueño de este comercio, Don Eduardo Vazquez, puso su impronta gastronómica adelantada a la época, dado que brindaba servicio del orden de almacén de ramos generales aunque nunca desafectó el bar, mejorando así la apuesta gastronómica con el restaurante familiar.
Él mismo conservó en su interior intacto hasta los años cincuenta, donde por razones personales vende toda la propiedad. Desde ésa época hasta el año 2010 protagonizó actividades tan distintas, que de alguna manera acompañaron la realidad socioeconómica de ese tiempo. Ya entrado el mes de agosto de ese año, comenzó la restauración y puesta en valor de esta esquina típica del barrio obrero de Barracas.
Hoy cuenta con el respeto de los años de su frontispicio y una cosmética interior basada en objetos recuperados del olvido, muchos de ellos creados en fábricas locales de este barrio en la década del cuarenta, hoy motivo de asombro por su estado y funcionamiento. Barracas es un barrio de tanto desde sus orígenes. Esto es lo que, de alguna manera, se quiso reflejar en el nombre del actual restaurante que abrió sus puertas a la comunidad barraquense desde el año 2011.
La Bartola de Barracas, opción gastronómica abocada a brindar selecta variedad, gusto y calidad gracias a que contamos con la capacidad y la voluntad para dar respuesta a las exigencias de nuestro público.
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Av Osvaldo Cruz 2499
Tel 3979 3095
De lunes a viernes de 7 a 16 h
Forma de pago: contado, tarjetas de crédito, y debito
Wifi:SI
El Pato Loco
Por Rubén Bucossi
En 1979 llegué junto a mis padres ( hijos de inmigrantes italianos) y mi hermana, a la zona de Barracas.
El barrio en aquel tiempo era muy pujante, repleto de talleres, fábricas y depósitos . También se destacaba por su actividad y dinamismo el Mercado Concentrador de Pescado (hoy Centro Metropolitano de Diseño). Barracas nos sedujo: era un barrio en el que cualquier negocio podía salir adelante. Nuestra idea, desde siempre, había sido poner un restaurante.
Luego de mucho deambular por las inmobiliarias de la zona encontramos un viejo restaurante en la calle Goncalves. Era un propiedad de dos plantas con la parte superior deshabitada. El lugar nos gustó: sabíamos que había que hacer arreglos, pero la alquilamos con mucha ilusión y compramos su fondo de comercio con el nombre de fantasía: “El pato loco”.
Fueron muchos años de sacrificio, arreglos y tres reformas integrales hasta llegar ser lo que somos en la actualidad: un local dinámico y siempre en movimiento detrás de una fachada emblemática construída en 1896, que hoy cuenta con la Protección Histórica del Gobierno de la Ciudad.
El Pato Loco. Treinta y seis años en el barrio, en un negocio familiar con un único objetivo renovado a través del tiempo: brindar un trato amable y calidad de comida fresca y casera cada mediodía. Premisas que nos llevaron a perdurar a través de los años con tres generaciones y a afianzarnos en el barrio ganándonos la confianza de los vecinos.
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Goncalves Dias 873
Tel 4301 946
De lunes a viernes de 11.30 a 15.30 h.
Formas de pago: contado
WiFi: SI
La Cabaña de Barracas
Por Oscar Pagura
A 100 mts de la Antigua Calle Larga, ahora , Av. Montes de Oca, en la esquina este sobre la calle Olavarría, en su intersección con Isabel La Católica , se construía hace 100 años un local de vivienda equipado para cafetería y sus habitués fueron testigos de los avances del barrio de Barracas.
Tuvo distintos rubros hasta que en el año 1997 la esquina fue adquirida por el dueño del actual restaurante y cervecería alemana. Andrés Pagura le fue dando una nueva identidad incorporando platos de autor con más de 90 opciones. En su cocina se elabora también el chucrut para acompañar la combinación de los chorizos alemanes , los speatzle con salsa Goulash, gran variedad de pastas, salsas y carnes.
Además, las famosas tablas de picadas de mariscos, quesos, fiambres seleccionados y ahumados patagónicos que podrán acompañar con cerveza blanca o negra servida en choperas que trasladan a su mesa o los vinos que mantienen su temperatura en la cava. Recomendamos las exquisitas copas heladas o los postres caseros como el strudel de manzana.
En esta primavera además se puede disfrutar de la hermosa vereda arbolada.
En sus paredes, revestidas en madera, se exhiben más de 800 posavasos de cervecerías de todo el mundo.
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Olavarría 1601
Tel 4303 4897
De lunes a sábados de 9 a 24 h
Forma de pago: contado y tarjetas de crédito y débito
Wifi: SI
Rotisería los cinco Hermanos
María Estela Anchau
Son las doce de la noche, cerramos el negocio hace un rato y los chicos duermen. Aquí estoy, frente a mi computadora tratando de que me salgan algunas líneas para explicarles como funciona mi " sexto" hijo, x q así lo siento a mi negocio; un integrante más de la familia. Mi día no comienza a las siete de la mañana cuando me levanto, ya que duermo pensando en las delicias que haré mañana. Les cuento q mis empanadas son famosas en Barracas, al igual q mis sandwich de milanesas. Tacheros, remiseros y repartidores me cuentan q vienen desde lejos a comerlos: “andaba x Avellaneda y me dieron ganas d venir a comer unas fritas” comenta "el gallego" remisero de Quilmes.
Suelo recibir varios cumplidos como por ejemplo “que manos tenés pa’ la cocina polaca”. Le devuelvo la gentileza con una sonrisa, pero por dentro me pongo ancha y más ganas te dan de trabajar cuando los clientes reconocen tu esfuerzo y esmero. A las doce y media del medio día recibo unos clientes muy especiales: los chicos del colegio que vienen x sus milanesas, las mayorías de las veces les faltan cuatro o cinco pesos para llegar, pero saben que la doña les hace precio y se van con una sonrisa de oreja a oreja. Ya se corrió la bolilla que para los estudiantes siempre hay una pequeña rebaja.
Tipo una es la hora de los oficinistas. Las chicas, tartas de jamón y queso o zapallito. Los muchachos, napolitanas con fritas. Acá ¡todo se hace con amor! También están los clientes-amigos, estos ya con más confianza comen, toman algo y por lo general hablan de fútbol con mi marido. Él es fan de river, yo de boca y de esta manera tenemos dividida a la clientela. Los lunes día de cargadas y bromas pero siempre con respeto y buena onda.
Mis chicos llegan del colegio, tiran los útiles y camperas por el negocio, papa q se enoja, mamá que tranquiliza. Estela pasa a ser mamá y cocinera, siempre con una sonrisa. A las ocho de la noche termina mi día en el negocio, mi marido lo cierra tipo diez. Voy a casa, baño a los nenes, limpio, siempre hay algo para hacer, once y pico sube mi marido y charlamos mientras los chicos duermen . Cuando me acuesto pienso en las cosas de mi vida, me siento realizada, familia, amigos y negocio. Veo al barrio y pienso en cómo le dieron importancia a la zona sur de la Ciudad, embellecieron las plazas, caminos, negocios, iluminarias, CMD, polo gastronómico (en el cual me in cluyo). Que lindo mi barrio Barracas
Y así finaliza mi día. ¡Cansada pero feliz!
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Iriarte 2147
Tel 4303 1967
De lunes a viernes de 9 a 23 h
Forma de pago: contado
Wifi: NO