Líquenes
Un matrimonio por conveniencia.
Los líquenes se encuentran prácticamente en todos los ambientes terrestres, siendo organismos pioneros en lugares desolados, componentes de la diversidad de los bosques e incluso en las ciudades y construcciones humanas. Esta amplia capacidad adaptativa se hace posible al unir las facultades individuales de diferentes organismos: un liquen es la simbiosis -relación de beneficio mutuo- entre un hongo y un alga o una bacteria, los cuales a través del apoyo mutuo afrontan con éxito los desafíos de la vida.
Juegan un papel primordial en la naturaleza: son pioneros en muchos ecosistemas rocosos, iniciando la degradación superficial de las rocas y la acumulación de polvo, con lo que se empieza a formar un sustrato apto para que se establezcan diversos organismos como musgos y plantas vasculares, dando paso así para que desarrollen invertebrados y pequeños vertebrados (constituyen un albergue eficaz y fuente de alimento de gusanos, insectos, arácnidos, ácaros y moluscos). Algunos son importantes ya que fijan el nitrógeno de la atmósfera y lo proporcionan al suelo, formando parte del ciclo del nitrógeno en los ecosistemas.
A principios del siglo XIX los líquenes no se consideraban organismos distintos de los ya conocidos, y eran clasificados como algas o musgos. Fue a principios de 1870 que se determinó que los líquenes estaban constituidos por un alga y un hongo.
La asociación requiere un sustento mecánico donde existir. Esto lo provee normalmente un hongo (Ascomycota o Basidiomycota), llamado el micobionte, que posee una gran resistencia a la radiación solar y altas y bajas temperaturas, que es lo que permite a los líquenes su enorme capacidad de colonización de ambientes. El inconveniente para el hongo es que necesita nutrirse y muchos de estos lugares no tienen sus fuentes de alimento usuales a partir de la descomposición de materia orgánica. Este problema se subsana con el segundo componente clave de los líquenes: un organismo fotosintético llamado el ficobionte. Normalmente se trata de un alga o una cianobacteria, quienes pueden realizar fotosíntesis, produciendo alimento a partir de la luz del sol, pero cuya resiliencia ambiental es mucho más reducida que la del micobionte. Así, micobionte y ficobionte se unen intercambiando sustento mecánico y comida, respectivamente, para general una asociación que tiene mucha más probabilidad de sobrevivir que sus componentes individuales.
Estructuralmente se describen varias formas de crecimiento. La más simple es la de los líquenes crustosos, que crecen fuertemente pegados al sustrato; los del tipo folioso, donde existen estructuras laminadas que aumentan la superficie que capta luz; también existen los fruticulosos, donde se han desarrollado estructuras alargas parecidas a ramas.
Los líquenes se reproducen en forma asexual y sexual. En el primer caso, se produce por fragmentación del cuerpo vegetativo o por medio de estructuras llamadas soredios. Cada soredio está formado por unas pocas células algales reunidas por hifas fúngicas que pueden ser dispersadas por el viento. Las estructuras sexuales que se encuentran en la mayoría de los líquenes son los ascocarpos del micobionte; por su parte el alga solo se reproduce asexualmente.
Evolutivamente se cree que esta estrategia de vida existe desde la era devónica, hace unos 400 millones de años. Hoy en día existen más de 11.000 especies de hongos que participan en asociaciones liquénicas. La capacidad de colonización de los líquenes es una función ecológica fundamental para la salud de los ecosistemas, pues permite la entrada de materia orgánica a lugares inhóspitos para la vida, como un escorial volcánico, donde eventualmente los líquenes pioneros favorecerán la formación de suelo.
Algunas especies tienen diversas aplicaciones desde el punto de vista industrial, por ejemplo, en la industria de la perfumería como fijadores de las esencias aromáticas. En medicina se utilizan algunas sustancias de origen liquénico que inhiben el crecimiento de bacterias y hongos. Tal es el caso del ácido úsnico (presente en los géneros Usnea, Ramalina, Cladonia, Parmelia y Evernia), que se utiliza en la elaboración de pomadas y ha mostrado ser más efectivo que los ungüentos antibióticos convencionales para el tratamiento de lesiones provocadas por quemaduras.
Aunque los líquenes son tolerantes a un amplio rango de condiciones ecológicas, por otra parte, son muy sensitivos a la contaminación atmosférica. El delicado equilibrio nutricional existente entre la microalga y el hongo es fácilmente alterado por contaminantes gaseosos del aire, entre otros SO2 y óxidos de Nitrógeno, razón por la cual, han sido utilizados con éxito como biomonitores ambientales en zonas urbanas y suburbanas. También se les ha usado, a causa de su lento crecimiento, para fechar el retroceso de glaciares (liquenometría) como también para datar monumentos megalíticos.
Verderías
Cuando la mar ya era mar, la tierra no era más que roca desnuda.
Los líquenes, venidos de la mar, hicieron las praderas. Ellos invadieron, conquistaron y verdearon el reino de la piedra.
Eso ocurrió en el ayer de los ayeres, y sigue ocurriendo todavía. Donde nada vive, los líquenes viven: en las estepas heladas, en los desiertos ardientes, en lo más alto de las más altas montañas.
Los líquenes viven mientras dura el matrimonio entre las algas y sus hijos, los hongos. Si el matrimonio se deshace, se deshacen los líquenes.
A veces, las algas y los hongos se divorcian, por riñas y disputas. Según ellas, ellos las tienen encerradas y no las dejan ver la luz. Según ellos, ellas los empalagan de tanto darles azúcar noche y día.
Eduardo Galeano