Arbolado Urbano Nativo

El uso de árboles nativos en el arbolado urbano está ganando reconocimiento por su capacidad para mejorar la sostenibilidad y la resiliencia de las ciudades. Al elegir especies locales, podemos aumentar la biodiversidad, reducir el mantenimiento y proteger el ecosistema urbano.

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A diferencia de las especies exóticas, las especies arbóreas nativas son las que crecen y se desarrollan en el lugar donde evolucionaron, es por eso que están adaptadas al clima y las condiciones ecológicas locales, lo que las hace particularmente valiosas para la planificación urbana. Incorporar especies nativas en determinadas áreas verdes de la Ciudad ofrece numerosos beneficios ecológicos, sociales y económicos. 

La adaptación climática de las especies nativas reduce la necesidad de riego que muchas especies exóticas requieren para establecerse correctamente en un lugar. Además, al proporcionar hábitats para la fauna local, estas especies ayudan a aumentar y conservar la biodiversidad urbana. Sin embargo, a pesar de su adaptación a las condiciones climáticas locales naturales, es importante considerar su capacidad de adaptación al ambiente urbano, además de sus características propias y tamaño final, al seleccionar árboles nativos adecuados para el arbolado de la ciudad.

En la siguientes imágenes podés apreciar las floraciones de seis especies nativas presentes en el arbolado urbano de la Ciudad: Ibirá pitá (Peltophorum dubium), Aguaribay (Schinus molle), Anacahuita o Arrayán (Blepharocalyx salicifolius), Ceibo (Erythrina crista-galli), Lapacho rosado (Handroanthus impetiginosus) y Espinillo (Vachellia caven).

La elección de especies nativas para el arbolado urbano no solo responde a razones ecológicas y prácticas, sino también a su profundo significado cultural. Estos árboles están íntimamente ligados a la identidad y la historia de la región, aportando un valor simbólico que enriquece nuestro entorno urbano y fortalece nuestra conexión con la Ciudad que habitamos.

Los árboles nativos han estado presentes en la vida cotidiana de las comunidades locales durante siglos, formando parte de sus mitos, leyendas y tradiciones. En la Ciudad de Buenos Aires, especies como el Jacarandá (Jacaranda mimosifolia) no solo embellecen las calles con su emblemática floración, sino que también anuncian y simbolizan la llegada de la primavera desde hace muchísimos años, siendo inspiración de obras artísticas y piezas culturales.

Piso cubierto de flores de jacarandá

"Al este y al oeste, llueve y lloverá una flor y otra flor celeste del jacarandá..."

La selección de especies nativas para el arbolado urbano no solo mejora la sostenibilidad y la resiliencia de la Ciudad, sino que también preserva y promueve nuestra rica herencia cultural. Al conservar e integrar estos árboles en nuestro entorno urbano, celebramos nuestra historia y nuestra identidad. Además, esto fomenta un sentido de comunidad, ya que la plantación y el cuidado de estos árboles pueden ser actividades comunitarias que unen a los vecinos en torno a un objetivo común: proteger y celebrar el patrimonio natural de la Ciudad. Estas iniciativas no solo contribuyen al embellecimiento del entorno, sino que también fortalecen los lazos sociales y promueven una mayor conciencia ambiental.

Una persona mayor con un niño regando un Canelón recién plantado