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Los sentidos de las fiestas en las sociedades

Desde los tiempos más remotos, los momentos de festejo estuvieron incluidos en la dinámica de las sociedades con el objeto de asegurar la transmisión de las tradiciones y los valores que fueran significativos para ellas.

Al respecto se afirma en el Documento Nº 1 de Formación Ética y Ciudadana: "Los orígenes de las celebraciones se remontan a las primeras sociedades agrícolas, que delimitaron tiempos comunitarios en relación con las tareas propias de la agricultura (tiempo de sembrar, tiempo de cosechar, etc.) y transformaron ciertos hitos anuales en celebraciones colectivas. El hito dio lugar al "rito". Las fiestas de celebración rompían la rutina cotidiana, proveían experiencias ricas y fundamentales para la sociedad, y cumplían diferentes funciones para su continuidad. A lo largo de la historia, la relación de cada pueblo con las fiestas tuvo numerosos matices..."

Aunque existen fiestas de lo más variadas, se pueden señalar algunos aspectos que les son comunes. La fiesta significa ruptura de la cotidianeidad, y es el contraste con ésta lo que le da sentido. Además, la fiesta propicia el contacto más amplio y más intenso de los miembros de la comunidad que así se sienten parte de ella, e identifican las necesidades, deseos y códigos que comparten. Si la vida cotidiana de la mayoría de las personas está marcada por el trabajo, el esfuerzo y el ahorro, la fiesta implica un paréntesis, una interrupción de la rutina. La gente deja de trabajar para encontrarse, disfrutar de comidas y bebidas especialmente preparadas, y divertirse. Luce sus mejores vestimentas y, en la medida de sus posibilidades y gustos, se permite un gasto extraordinario, un cierto despilfarro. La fiesta se opone a lo cotidiano, borra (o por lo menos atenúa) por un tiempo las diferencias sociales, reúne en torno de la comida, la diversión, la competencia, el espectáculo, a ricos y pobres, hombres y mujeres, grandes y chicos.

Otra característica de las celebraciones es que durante ellas se flexibilizan algunas normas sociales. Ciertos comportamientos que serían mal vistos fuera de ellas, resultan aceptables en el contexto de la fiesta. Por ejemplo, en el caso de las fiestas mayas, la comida en exceso, el consumo de alcohol, la proximidad entre personas que habitualmente debían guardar distancia, los horarios corrientes del sueño y la vigilia. También solía tornarse más permeable la frontera entre el espacio público (la calle, la plaza) y el privado (los salones de las casas de las familias acomodadas).

Los antropólogos y estudiosos de mitos y rituales coinciden en que la fiesta cumple una función social importante. Entre otras cosas, da un respiro a la lucha cotidiana por el sustento, expresa la solidaridad entre los miembros de una comunidad. Subrayan, más allá de sus diferencias e intereses contrapuestos, aquellos rasgos que los miembros tienen en común y al hacerlo atenúan -por lo pronto momentáneamente- la intensidad de los conflictos. Frecuentemente lo compartido se refuerza mediante las burlas a "los otros", al "rival tradicional": la metrópoli para los criollos, los hinchas de River para los de Boca, los extranjeros en general, y de este modo funcionan como válvula de escape de las tensiones sociales. Al mismo tiempo, los poderes gubernamentales se apropian y modifican algunos aspectos de la fiesta a fin de utilizarlos como herramientas al servicio del control social, es decir, para la conservación del orden establecido.

De algunos de estos rasgos de las fiestas populares da cuenta la letra de "Fiesta" que se transcribe en la Ficha Nº 1

fuente 1

Propuesta de trabajo para la Fuente 1

El maestro puede proponer escuchar o leer la canción para identificar algunos de los cambios que la fiesta introduce en la vida cotidiana (por ejemplo, el consumo de alimentos y bebidas, la actividad nocturna, el baile, los contactos entre ricos y pobres) y comparar lo que dice Serrat con lo que aportan las fuentes 7 y 11 (testimonio de los hermanos Robertson y la litografía Fiestas Mayas, de Pellegrini) para caracterizar los festejos populares del 25 de mayo en el siglo XIX.

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