Las diferentes maneras de comprender la sexualidad, las variadas representaciones sociales que se han construido en torno a los temas relacionados con la sexualidad, la errónea identificación de la sexualidad como sinónimo de sexo y de genitalidad, la asociación dominante entre adolescencia-sexualidad-riesgos y peligros, el supuesto de que la educación sexual promueve el inicio temprano de las relaciones sexuales, las distintas consideraciones que se han elaborado en cada subcultura sobre aspectos de la sexualidad y de la reproducción, la creencia dominante de que la educación sexual sólo consiste en un conjunto de informaciones dadas sobre el sexo y las relaciones sexuales, etc., han obstaculizado el análisis de la educación sexual en todas sus dimensiones.
Consecuencias y reduccionismos
A partir de todo lo enunciado anteriormente se puede concluir que se ha producido:
A modo de conclusión…
“ Toda sociedad educa sexualmente a sus miembros como parte de los procesos de socialización, durante los múltiples aprendizajes sociales que se producen por el hecho de vivir inmersos en una cultura.
Los grupos humanos establecen formas de dividir el trabajo a partir de las diferenciaciones anatómicas sexuales; les atribuyen características a varones y a mujeres; establecen rituales para organizar familias; explican el origen de los bebés; asignan roles según la edad y el sexo; construyen pautas para la realización de los partos y la crianza de los niños; asignan roles variados a varones y a mujeres, etc. Sin proponérselo explícitamente inciden en la construcción de formas básicas de comportamientos en varones y en mujeres. Dicho de otro modo: proporcionan una educación sexual sin que haya una intención explícita. De este modo, lo masculino y lo femenino no se vinculan únicamente al “sexo” biológico sino también a una construcción social y cultural y, en consecuencia, histórica”…