Iba Sancho Panza sobre su jumento como un patriarca, con sus alforjas y su
bota y con mucho deseo de verse ya gobernador de la ínsula que su amo
le había prometido. Acertó don Quijote a tomar la misma derrota
y camino que el que él había tomado en su primer viaje, que fue
por el campo de Montiel, por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez
pasada, porque, por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los
rayos del sol, no les fatigaban. Dijo en esto Sancho Panza a su amo:
—Mire vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide
lo que de la ínsula me tiene prometido, que yo la sabré gobernar
por grande que sea.
[...]
CAPÍTULO VIII
Del buen suceso que el valeroso don Quijote
tuvo en la espantable y jamás imaginada
aventura de los molinos de viento, con otros
sucesos dignos de felice recordación
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en el campo
de Montiel; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos
a desear; porque ¿ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren
treinta, o pocos más, desaforados gigantes
con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos
comenzaremos a enriquecer?; que esta es buena guerra, y es gran servicio de
Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
![]() |
|
|||
| Capítulo I | Capítulo III | Capítulo VII | ||
| Capítulo II | Capítulo IV | Capítulo VIII | ||