Pero no siempre fue así. En la memoria de algunas personas existen imágenes de mayor espacio, menos tiempo de viaje, menos humo, menos ruido, otras cadencias. Es necesario pensar, entonces, cómo llegamos al punto en el que estamos. Para ello debemos imaginarnos cada momento como un paso, como una parte del recorrido. Porque lo que ocurría en las épocas doradas era que simplemente no veíamos el problema. Los recursos como el aire y el espacio eran todavía muy superiores a las necesidades que genera la presencia del hombre y del automóvil. Lo que ha ocurrido es que ha aumentado de una manera tal la ocupación del espacio público destinado a la movilidad de personas y mercaderías, que nos obliga a pensar hasta dónde es posible llegar, porque ahora sí el límite está más cerca.