Mañana

Texto elaborado por Claudia Fedele.

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Suelo preguntarme dónde estará mi vida, la que pudo haber sido y no fue. El nombre de un hombre me delata.

Una vez más, despierto en soledad escondiendo el dolor en la almohada, estrangulando el llanto morado en la garganta, envuelta en resentimientos por sus falsas promesas de cambio y mi hábito de confiar en que regresaría el hombre que solía ser; maldita esperanza, pienso a gritos. Siento el sofocante deseo de escapar de la infamia de sus manos, del desprecio de su mirada desde lo alto de la superioridad, de la furiosa droga de su aliento y la anorexia de corazón.

Basta de resistir por dentro, de sostener el filo de la culpa clavada en la boca. Adiós a lo que pudo haber sido y no fue, a las nueve lunas contenidas, a llevar vestidos manchados de celos y humillación.

Ensayaré antes mis temerosos movimientos y en la hora de angustia y de luz vaga me iré –como cuando se van los fuegos de las velas al apagarlas– a un austero destino, anónimo. Ya estará lista la valija con mis frustrados pinceles y telas en blanco, el gorro gris topo subido que tejió mamá, los cuadernos de enseñanza, el aroma del tabaco aún en las pipas de papá, las fotos de inocencia. Convertiré el ultraje de los años en una música, un poema, un óleo de la noche estrellada. Descubriré la sucesión de las cuatro estaciones, revivirán los rojos malvones, también el jazmín. Poco a poco volverá mi rostro antes de la sangre nocturna y el miedo violento, entonces podré encontrar la mujer que quería ser. Con el rumor de las amenazas, la sombra de los golpes a mis espaldas y la cruz en el pecho, me iré cebando ilusiones de un principio, en un lugar con calles de tierras, sin peligro. Libre del tiempo. Habrá sol en el vacío y mariposas incendiando su color. Levantaré la vida cada mañana, cada mañana habré de reconstruirla. Cuando abra la puerta los segundos se aniquilarán con la práctica de un canibalismo feroz, y la ansiedad y la espera de lo sucesivo en el alba dudosa.


Mañana, por Claudia Fedele.