Había una vez… Muñecas antiguas (1870 – 1940)
Había una vez… es la tradicional frase mágica con la que nos preparamos para ingresar en el mundo fantástico de los cuentos infantiles, la clave del disfrute cuando somos niños, y la que nos habilita a volver a serlo mientras recorremos setenta años de la historia de uno de los objetos más antiguos y populares de la humanidad: las muñecas.
Colección de Mabel y María Castellano Fotheringham
Salas Había una vez… Muñecas antiguas (1870-1940). Foto: Mariana Cullen (MIFB)
Como quien elabora una receta magistral, Mabel y María Castellano Fotheringham han puesto constancia, intuición y un profundo conocimiento al servicio de una tarea encomiable: reunir una colección de muñecas antiguas de magnitud, variedad y sutileza destacables y el generoso acto de amor de compartirla con los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, sus visitantes y las generaciones por venir. Vistas entonces como simples juguetes, hoy son la representación más acabada de los cambios operados por una sociedad respecto de la concepción de lo femenino, los juegos, la educación, la moda, y las responsabilidades de las niñas. Pero son también exquisitas obras de arte, realizadas por maestros jugueteros que supieron expresar su infinita creatividad, sin importar que fueran en papel, en madera, en pasta, en porcelana o en trapo.
Cuando el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco cumplió sus ochenta años, el Palacio Noel, la sede principal de la calle Suipacha, fue remodelado por completo. Un nuevo guión, una nueva distribución y más de quinientas piezas fueron acondicionadas, restauradas y salieron de los depósitos para su exhibición. Como reflejo de esa tarea, y al cumplirse los noventa años de existencia, el Museo reabre esta Casa, aún en proceso de restauración y puesta en valor, para albergar su vasta colección de artes aplicadas de los siglos XIX y XX. Las primeras salas con patrimonio, como un preámbulo de lo que vendrá, son dedicadas a la colección de muñecas antiguas de Mabel y María Castellano Fotheringham. Ellas fueron las primeras en creer en este ambicioso proyecto y ésta es una pequeña retribución del Museo y la Asociación de Amigos a su confianza, generosidad y empeño.