La atribución de las pestes a los saladeros generó intensos debates en la sociedad, que se reflejaron en el congreso provincial. En septiembre de 1871 se aprobó una ley que prohibió las graserías y los saladeros sobre el Río Barracas (Riachuelo) y sus inmediaciones. Así, los saladeros se trasladaron a Atalaya, donde decayeron con el fin de la esclavitud en Brasil y el comienzo de los frigoríficos.