Hugo y el Café Bauness
A continuación, Hugo, dueño del Café Bauness, cuenta detalles de la vida en el bar.
Nos encontramos en Bauness y Roosvelt, en el barrio de Villa Urquiza, una tarde de febrero. Le pregunto si van mujeres. Las chicas van más los viernes y sábados. Muchas a jugar al pool o en grupos. También hay parejas. De lunes a jueves a las 12:00 AM, cierra. Viernes y sábado hasta las 4:00 AM.
Le pregunto cómo es el funcionamiento. Dice que cafetería a la mañana que es bastante parejo, la gente que va. Lo mismo en el almuerzo. Lo que varía mucho es la tarde y noche. Raro que haya mucha gente de noche.
Hace 10 años que comenzó con comida. Le pregunto por qué. Dice que mucha gente lo pedía, que va mucha gente sola a la noche a cenar. Gente grande que no le conviene comer en su casa. O hay parejas que la mujer trabaja hasta tarde y se encuentran en el bar para cenar.
A la tardecita-noche van chicos de 13, 14 años a jugar al pool. Van con los padres y después se vuelven solos. El 99% de la gente que maneja es del barrio, vive en la zona. Tiene una clientela fija.
“Las personas vienen a pasar un momento agradable, a ver un partido, charlar de fútbol, jugar al dominó…”.
Hay un grupo de señores jugando al domino, así que aprovecho para preguntarle si vienen seguido a jugar: “Sí, sí son habitués, hace 9 años que vienen”. Uno es un señor que ahora vive en Barracas en un geriátrico y se viene hasta el bar. Me cuenta que es amigo de otro que sigue viviendo en el barrio, que es maquinista y que es un gran bailarín de tango. Otro es tornero. Le pregunto si son jubilados y me dice que no sabe por el tipo de trabajo que tenían. “Pasan acá su tiempo”, señala a otro que dice que se llama Marito, que es soltero y que vivió siempre en el barrio.
“Este es el clásico boliche de Buenos Aires que representa al tango cambalache. Tenés gente que viene en busca de afecto, otros que vienen a buscar ventaja del que esta sólo y está mejor económicamente y por ahí lo invitan a comer, a tomar un copa y está el que se abusa de eso. Como todo está el bien y el mal. Acá esta mezclado todo. Uno trata de hacer justicia y marginar a los vividores…”.
Me cuenta que a veces se pelean porque uno le pide plata al otro y después no se la devuelve. No es mucha plata pero genera tensiones.
Y ellos, ¿son amigos de antes, de acá?
Son amigos del café.
Le pregunto ¿cómo definiría al lugar?
Dice que lo pensó muchas veces… *“Creo que es un café, a la comida no le doy mucha importancia, a lo que más apunto es a las reuniones sociales, a lo humano…”.
Le pregunto ¿crees que el ser café tiene eso?
“Sí, la charla, tomarte un café y hacerte amigos. Acá vos venís a las 7 de la mañana y es siempre la misma gente, se prestan el diario, ya saben lo que le gusta a uno o al otro, también hay peleas porque dice yo lo quiero leer también…”.
Ve la diferencia en otro tipo de bares, bodegones en la parte humana. “Un lugar que vos vas y no conoces a nadie que un día vas te atiende uno y otro día otro, que la gente no se identifica por lo que es, sino por la inversión que tiene el lugar. Si tiene aire acondicionado, plasma, mesas, que este todo a la perfección, pero donde no existe el fiado, los grandes dicen que no, pero es acá en el bodegón es donde vos decís bueno me pagas mañana” (…) “Yo tengo gente que se toma un par de whiskys y me dice Hugo te lo pago mañana y al otro día te lo pagan, o por ahí no…” (…) “Es la diferencia entre un almacén de barrio y la diferencia entre un Coto o Carrefour, que te ofrecen muchos más servicios pero una frialdad humana total” (…) “Es la diferencia que hay con otros lugares y es a lo que yo apunto”.
Cuenta que a veces algunos clientes le discuten el precio de las cosas y que no ven la parte afectiva. “Como tienen confianza te exigen”. Dice que él no tiene precios caros. “Acá hay una relación directa que es entre el cliente y vos, no es lo mismo con Coto, vos nunca vas a hablar con Coto”.
El lugar lo trabaja con su señora y tiene dos empleados. Trabaja desde las 7:00AM hasta las 12:00 AM. No viene de familia del rubro.
Le pregunto por qué decidió mantener el bar como estaba.
“Por cariño con la gente, por qué vas a cambiar, tenés que hacer un cambio porque tenés que captar a otra gente, pero sin cambiar lo que ya armaste…” (…) “Es difícil combinar dos estilos, porque hay quienes vienen y juegan a las cartas y gritan y quizás hay una pareja que viene tranquila a cenar y no quiere escuchar quiero truco o re truco”.
El lugar tiene salones separados. Me cuenta que los que juegan al truco gritan, pero los del domino son tranquilos.
Los que juegan al truco van a almorzar todos los días y juegan, toda gente del barrio que cierra sus comercios al mediodía. Por ejemplo, uno es de la casa de deportes de la vuelta del bar, otro de la inmobiliaria que esta en la esquina, un portero, otro que tiene una camioneta de reparto. Son todos conocidos del barrio.
Le pregunto si van padres con sus hijos o abuelos.
Me cuenta que van padres con sus hijos. Abuelos, hijos y nietos. “Las tres generaciones, el abuelo esta leyendo el diario y viene el hijo con su nieto a jugar al pool”.
Sobre el uso del bar
“Es un lugar donde la gente dice molesto en casa entonces me voy al bar y molesta acá”.
Me cuenta las estrategias que usa para tratar de que no vaya un cliente que le genera conflictos en el lugar (por ejemplo hay chicos que van a la noche y se drogan en el baño). Dice que trata de que se sientan incómodos.
Le consulto cómo maneja los conflictos que se dan entre los señores grandes que les molesta que estén los chicos en el pool y que hagan ruido. Me dice “les digo ustedes tuvieron 20 años y ellos todavía no tienen 80 años, que esperen 20 años más y le digan…”. Dice que es hasta que se acostumbran.
“No se puede dar importancia a todo lo que te dicen los clientes, pero bueno uno entiende que si te contesta mal es porque algo le pasa”
Sobre el trabajo en el bar
*“Es lindo, te tiene que gustar”. Dice que a veces el ser amigable no es tan bueno y hay que ponerse más rígido, a él le cuesta y quizás la gente se pasa. Ejemplo: que quieran fumar adentro…
Dice que quizás las cartas no le rinden económicamente y que los clientes no ven que lo importante de ese espacio es el trato humano, porque no le rinde que estén jugando 5 horas y se tomen un café, pero él los deja.
Habla de los clientes: “son como chicos, si uno no les pone un límites van tomando cada vez más el terreno…” (…) “no puede estar todo el tiempo diciéndoles lo que se puede y no se puede hacer”.
Apropiación del espacio La apropiación del lugar es un problema pero a la vez una satisfacción: “Si bien algunos vienen y te clavan el puñal, otros te dan recompensas humanas que yo valoro mucho”.
De lugares con más bares me habla de Boedo y dice:
“En San Juan y Boedo tenés un bar muy lindo, antiguo, con una estructura muy vieja pero no mantienen el espíritu… quizás este es un bar un poco más moderno, pero mantiene el espíritu de lo antiguo, el fiado, el jugar a las cartas, no soy quien para decir si esta bien o mal, pero la intención acá es buena, me cuesta decir un no a una persona, si alguien me pide algo se lo doy, son formas de llevar algo adelante”.
Olores, ruidos…
Cuenta que por la mañana el pone una radio de tango y que a la gente grande le gusta y a los jóvenes también “le da un aire de rustico, de bodegón y eso a la gente le gusta” (…) “El ruido de la cafetera, son ruidos que un esta tan acostumbrado…” (…) “la música es especial en el lugar y depende de la clientela que tenga…no voy a poner un tango a un viernes a la noche porque me matan”. Se adapta a la clientela.
Cambios generacionales
Él cuenta que con una novia no iría a un café del estilo del que él tiene porque hay mucho barullo y que entiende cuando las parejas se quejan. Pero sí iría con un amigo, lo hacía, pero dice que ahora cambio, que ya no es lo mismo. Dice que los gustos de antes no son los de ahora: “yo no puedo pretender que mis hijos entiendan lo que yo a tu edad no comprendía de mis padres”.
**¿Qué le gusta del bar? **
“Me gusta esto del bar, hablar, expresarse, decir lo que sentís, no me importa si vos sos de Boca o de River, si vos sos de una partido político o de otro…”*.
Dice que a veces discuten de política y de fútbol y que el trata de interpelar con una broma para apaciguar.
Me cuenta de los cambios del barrio. Dice que Urquiza está perdiendo la vida de barrio a partir de las transformaciones inmobiliaria. Lo mismo observa para el caso de Caballito, Flores. “No hay que echarle la culpa al lugar, porque el barrio lo hacemos nosotros. Es el hombre el que cambia no el lugar”.