Con el sudor de sus rostros
Artesanos y gremios en la Buenos Aires colonial
En Buenos Aires, el término gremio era utilizado desde época muy temprana por los artesanos y las autoridades, sin embargo fue recién en 1780 que el Virrey proclamó “la conveniencia de reducir a gremios y por clases a todos los artistas y oficiales mecánicos”, ordenando comparecer ante el Escribano de Gobierno a quienes fuesen maestros, oficiales o aprendices, términos con los que se referían a sí mismos. Los zapateros que se presentaron fueron 354, constituyendo la actividad artesanal con mayor cantidad de miembros de la Ciudad, seguida por la de los carpinteros, los sastres y los albañiles.
Los artesanos constituían una categoría social amplia, diversa y jerárquica, siendo el material con el que trabajaban lo que determinaba la diferencia. El cuero y la madera no poseían la nobleza de la plata, por ello los plateros exigieron que su gremio fuera reconocido un arte liberal y no un oficio mecánico.
Las piezas exhibidas permiten aproximarnos a los saberes, la producción y el consumo de aquella sociedad, sus necesidades y sus gustos.
Ver para celebrar: Objetos y prendas litúrgicos en el mundo colonial
La liturgia exige el uso de prendas y objetos específicos para la celebración del culto público, del cuales quizá la misa el ejemplo más acabado en la iglesia católica. Dichas prendas y objetos son signos y símbolos que remiten al dogma. De allí, la casulla con que se reviste el celebrante y el cáliz que eleva son atributos imprescindibles que legitiman el acto que realiza, un acto sagrado.
La sacralidad de estas prendas y objetos se hace manifiesta a través de los ricos materiales y sofisticadas técnicas con que fueron realizados, en las que se percibe un valor estético compartido por los fieles. El ritual entonces demandaba la confección de prendas y objetos por parte de diversos artesanos, como sastres y plateros o cordoneros y tallistas, los mismos que producían para abastecer las necesidades de la vida cotidiana. Las piezas exhibidas dan cuenta de un valor estético propio del pasado, si bien el sentido de aquellas prendas y objetos permanece inalterable.