La alegría de la murga. Un alimento que mantiene el espíritu vivo

Uno de los secretos para un envejecimiento activo es, aún después de la edad jubilatoria, aceptar nuevos desafíos o hacer crecer aquellos sueños que quedaron en el tintero. Gladys Beatriz Cozzi participó en los carnavales porteños desde siempre, primero como espectadora y luego como murguera. A sus 62 años continúa redoblando tambores como directora de Los Portadores de Alegría.

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Mi primer vínculo con el carnaval fue de chica con padre y tíos murgueros. En esa época las formaciones eran sólo de hombres, cosa que, por suerte, paulatinamente fue cambiando. Ahora hay también mujeres y niños/as. Mi adolescencia transcurrió en plena dictadura militar por lo que los carnavales estaban prohibidos y algunas murgas “valientes” salían en forma clandestina.

La democracia me encontró ya con hijas y un hijo. De alguna manera proyecté en ellos mi sangre murguera. Comencé acompañándolos y colaborando con la única murga del barrio que había. Fue en 2004 cuando fundamos el Centro Murga Portadores de Alegría, del que soy directora desde hace ya 17 años.

El Carnaval y las murgas fueron creciendo y ganando espacios a través de los años. Se fue generando un colectivo de murgueros organizados; un espacio donde se discute y consensúa cada tema. Además contamos con 4 delegados elegidos democráticamente que nos representan ante el Ministerio de Cultura.

En lo artístico hoy las murgas ensayan la mayor parte del año. Las y los cantores toman clases con profesores, el grupo de percusión crea ritmos variados y los trajes se perfeccionan. En cada carnaval se pasa por dos evaluaciones que, de acuerdo al puntaje obtenido, tienen el pase hacia el próximo carnaval. ¡Recordemos que fueron declaradas Patrimonio Cultural!

Cada murga tiene su personalidad, colores y nombre, únicos e irrepetibles. Los diseños de los trajes muestran un estilo siguiendo una tradición. A veces, con sólo escuchar un bombo, sabemos que es de tal o cual barrio. Algunos tienen sólo bombos con platillos, otros incorporan otros instrumentos de percusión y algunos hasta melódicos.

Además trabajamos en temas importantes como la violencia de género, tanto en capacitaciones como en asesoramientos.

Es emocionante ver cómo la murga cobija, contiene, ayuda y saca de los traspiés a mucha gente

Cuando decidimos armar la murga, nos preguntamos ¿qué nos producía ir a un corso y ver un espectáculo murguero? La palabra generadora era ALEGRÍA, y en eso nos focalizamos. Para armar los trajes formamos diferentes combinaciones con trozos de plastilina de colores hasta que al fin elegimos blanco, verde y amarillo. Nuestro género es el Centro Murga Tradicional, por lo tanto el modelo de traje que usamos es levita, pantalones, galeras y guantes.

También incluimos la palabra ALEGRÍA en el nombre. A la hora de elegir ritmos y canciones pensamos en brindarla, aún en las canciones más políticas o faranduleras, donde podemos criticar pero siempre de manera irónica y con humor.

Durante el año nos juntamos, no sólo a ensayar pasos, ritmos y canciones, sino también a coser lentejuelas, confeccionar galeras, decorar los trajes, hacer canciones y armar fantasías. Estos momentos para muchos chicos o chicas son los más importantes, ya que los mantienen contenidos, entretenidos y ocupados. La pasión despierta el espíritu carnavalero. ¡Es un sentimiento! En este espacio no hay edad, sexo ni medidas que nos diferencie, nos une la alegría y nos invade las ganas de llevar esa alegría a todos lados.