Nuestros barrios: recuperando la memoria “viva” del barrio de Saavedra
Maitei escribe su experiencia en el barrio. Colaboran Enrique Balanam y su hijo Carlos.
Buscando una casa para mudarnos me encontré con este insólito local. La cortina estaba baja, el cartel algo decrépito. Decía: Imprenta. La cortina estaba baja pero la puerta estaba abierta, entré…
Descubrí un espacio abarrotado de máquinas aún engrasadas. Resmas de papel abiertas, herramientas, miles y miles de tipografías somnolientas en decenas de casilleros esperando volver a la impresión.
Me recordó a mis años de luthier, ahí en los 70, cuando las fábricas de clarinetes y otros vientos iban cerrando una tras otra. El mismo paisaje, los mismos talleres repletos de inventos, herramientas que el progreso decidió dejar atrás.
El dueño, Enrique Balaban de 94 años, al igual que sus hijos, se resisten a la idea de entregar todo eso a la chatarra.
Fundirlo todo sería hacer desaparecer horas, semanas de trabajo delicado, sería hacer desaparecer un oficio, un saber que fue una verdadera revolución en su momento.
¿Cuántos anuncios de casamiento se imprimieron en este local? De todo se hacía: calendarios, facturas, volantes, revistas barriales... Hoy todo esto es parte del pasado, el progreso muchas veces desvaloriza estos saberes. En pocos años ya no existirán esas máquinas, ni en los museos tal vez...
Me imaginé un museo: Todo está para recrear en una habitación mediana, una imprenta. Las máquinas andan y quienes llevaron adelante el oficio, también. Imaginé demostraciones, charlas, anécdotas, encuentros de veteranos y documentales.
Imaginé a Carlos, su hijo arquitecto, organizando la mudanza y la re-instalación… Imaginé chicxs descubriendo el mundo de sus bisabuelos, redactando y componiendo letra a letra para luego imprimir y repartir un artículo de su producción… Imaginé entrevistas, documentales.
¿Y a ustedes qué se les ocurre? En un momento en el cual la existencia misma de los libros está cuestionada, donde los oficios de barrio tienden a desaparecer... Me pareció una oportunidad para el barrio, para la ciudad. La posibilidad de conectar el pasado con el futuro y seguir haciendo del barrio un espacio de vida.