La generación del celeste y rosa
Por Alicia Carra, Laura Claudia Montañez y Ricardo Merayo
Hablar de sexualidad +60 requiere comprender el contexto en el que crecieron y se iniciaron sexualmente quienes hoy tienen 60, 70 y 80 años. Con frases célebres como “comportate como una señorita”, “hacele honor al apellido” o “no podés andar desarreglada todo el día. Pareces una marimacho.”
Estos argentinos/as nacidos después de la década del 50’ fueron protagonistas de un torbellino de cambios sociales que modificaron creencias y valores tradicionales. Fue la generación que cuestionó las raíces más profundas de nuestras prácticas: las tradiciones familiares, la supuesta sabiduría y sumisión a los mayores, el rol de las mujeres.
En esa época comienzan los primeros movimientos feministas masivos que logran conquistas como la incorporación formal de la mujer al mundo laboral, a la política nacional y el derecho a la anticoncepción femenina. Toman protagonismo los jóvenes en movimientos sociales y en la política. También se da la revolución sexual que logra la aceptación de las relaciones pre matrimoniales, las uniones consensuales y, unos años después, la legalización del divorcio.
Alicia, Laly y Ricardo nos cuentan sus propias vivencias como parte de la generación del celeste y rosa.
¿En qué contexto crecieron y vivieron la adolescencia?
Alicia: Vivía con mi padre médico, mi madre y abuela paterna: viuda y con un único hijo, mi papá. Dueña de a cocina, la huerta y el gallinero.
Laly: Crecí con mis abuelos italianos, en un colegio religioso solo de mujeres desde Jardín de Infantes hasta 5to año.
Ricardo: También fui a un secundario católico. Me complicó un poco la vida porque me tomé en serio cosas que no se deben tomar en serio.
"Otro tabú: la masturbación femenina es mala. Todo autodescubrimiento se vivía con terrible culpa. El sexo debía ser dentro del matrimonio y sólo para procrear. Para toda la vida, nada de divorcios."
¿De dónde obtuvieron la información sobre sexualidad?
Alicia: A través de una amiga, a raíz de la panza de una maestra. Hasta ese momento para mí a los niños los traía la cigüeña. Hasta tal punto “de eso no se hablaba” que mi propia adopción fue un secreto hasta los 32 años, edad en que me animé a preguntar.
Ricardo: Yo la obtuve de mis pares y leyendo. En la escuela condenaban severamente temas sexuales como la masturbación y desfomentaban el sexo antes del matrimonio.
Laly: Con mis amigas fumábamos a escondidas mientras leíamos “Las mil y una noches”, solo para encontrar las partes eróticas en los relatos de Sherezade. Espiaba a mis hermanos y hermanas mayores con
sus novios o simplemente experimentaba. “A los ponchazos”, podría decirse, aprendí.
¿Tuvieron una iniciación sexual placentera o fue algo impuesto socialmente?
Alicia: Mi iniciación sexual fue a los 16 o 17 años, a escondidas, en mi propia casa. No la recuerdo como placentera aunque sí consentida.
Laly: El hecho de que sufriera abuso deshonesto a los 7 años disparó un sinfín de preguntas y experiencias. A los 13 años ya tenía novio. A los 14 la presión sobre nuestra primera vez hizo que me iniciara. No fue
placentero, aún cuando fui tratada con amor. No era mi momento claramente. Lo viví con culpa, miedo y adrenalina.
Alicia: El no ser ni parecer puta. Por lo cual fui cuidada obsesivamente por mi padre en mi relación con los hombres y por mi abuela en el contacto cercano con amigas.
Laly: Yo me escapaba para jugar al fútbol. Se esperaba de nosotras jugar a las muñecas y armar la “familia imaginaria”. Otro tabú: la masturbación femenina es mala. Todo autodescubrimiento se vivía con terrible culpa. El sexo debía ser dentro del matrimonio y sólo para procrear. Para toda la vida, nada de divorcios.
¿Alguna vez te planteaste tu orientación sexual (modelo hetero binario)? Si no te loplanteaste de jóven, ¿ahora como persona mayor lo has hecho?
Alicia: Jamás, ni de jóven ni de mayor tampoco.
Laly: Aun teniendo propuestas de otras mujeres nunca se me presentó la duda. A pesar de los condicionamientos con los que crecí, vivo mi sexualidad de manera muy libre. No me siento anclada en la monogamia por ejemplo. Creo que todo aquello que nos haga sentir bien y sea consensuado es lo correcto.
¿Sentís que pudiste romper con algún mandato o estereotipo impuesto familiar o socialmente?
Alicia: Mi rebeldía me ayudó a tomar riesgos y enfrentar miedos. Me divorcié a los 30 años con 2 hijos muy a pesar de mi madre, que esperaba que siga su ejemplo “de tolerancia”; tuve a mi marido de amante por el tiempo que duró el divorcio y nos fuimos a vivir juntos hasta el día de hoy. El arte y el teatro me ayudaron a vivir personajes negados: la puta, la loca, la mala y la desobediente.
Ricardo: Pude pero me costó años de lectura, análisis y trabajo personal. Recién a los 40 empecé a entender el juego del amor y del sexo. Hoy, con casi 70, estoy feliz de haber roto tabúes propios y de muchas señoras también.
Laly: Hice y hago muchísimas cosas que se consideraban masculinas. Me divorcié y crío a mis hijos con la mayor libertad posible. Los veo elegir y eso para mí es haber alcanzado el objetivo que, sin darme cuenta, me puse cuando deje mi carrito con la muñeca y cruce a la plaza a correr detrás de una pelota desafiando al mundo.