Dámaso Larrañaga
Conocé más sobre él.
Dámaso Antonio Larrañaga, hijo de padre vasco y madre oriental de familia patricia, fue un destacado sacerdote, político escritor y naturalista, íntimamente relacionado con la ciencia y la cultura rioplatense de principios del siglo XIX.
Nacido en Montevideo en diciembre de 1771, su educación se inició en el Convento de San Bernardino, de los padres Franciscanos en Montevideo y continuó en el Colegio San Carlos de Buenos Aires entre 1789 y 1792. Distintas disposiciones educativas como la convalidación de títulos, lo condicionaron a tomar clases dentro de la Universidad de Córdoba y luego en Río de Janeiro. Finalmente se ordenó sacerdote y regresó a Montevideo en 1799. Participó como capellán en las milicias montevideanas y en la Reconquista de Buenos Aires en 1807. Al iniciarse en 1811 la revolución liderada por José Artigas en la campaña oriental, Larrañaga fue expulsado de Montevideo junto con los frailes franciscanos, instalándose en la chacra de su cuñado Berro, en la zona del arroyo Manga, donde profundizó en sus investigaciones científicas. En 1813 fue designado diputado oriental para integrar la Asamblea Constituyente de 1813 en Buenos Aires, siendo uno de los portadores de las Instrucciones del año XIII. La Asamblea no reconoció a los diputados de la Banda Oriental alegando vicios de forma, pero Larrañaga permaneció en Buenos Aires, donde fue nombrado bibliotecario público. Permaneció en el cargo hasta 1815, cuando retornó a la Provincia Oriental, para ser designado cura vicario interino de la Matriz. En cumplimiento de estas funciones, viajó a Paysandú para solucionar las divergencias entre Artigas y el Cabildo de Montevideo. Durante este viaje escribió su «Diario de viaje de Montevideo a Paysandú» y procuró reunir elementos para sus ensayos sobre lengua chaná. Introduce en su país los primeros árboles de acacia blanca. También llevó la morera y fomentó con ello la producción de gusanos de seda. Obtuvo una interesante cosecha de capullos muy estimados por su calidad y cantidad suficientes como para confeccionar algunos objetos, conociéndose la fabricación de una bolsita de esta fina tela para guardar dinero, que fue obsequiada al General Rivera cuando éste fue presidente. Larrañaga fue el naturista más distinguido de toda una época, en particular en el campo de la botánica, como lo demuestra su obra “Géneros indígenas”, un tratado que permaneció inédito hasta el siglo XX y que comprende 200 géneros vegetales ordenados por clases. El volumen IV de los escritos incluye un atlas botánico de 129 plantas dibujadas por él. A tono con la ciencia de su época, la preocupación principal de Larrañaga fue la Taxonomía. En una carta de 1837 relata cómo, ante “un país virgen y feracísimo”, se vio la necesidad “de poner como Adán, nombre a todas las producciones que se me presentaban, para darme a entender a los sabios”.
Todas las ramas de la ciencia atrajeron su atención, incluso la mineralogía y la paleontología, siendo uno de los primeros en descubrir rastros del enorme tatú o armadillo fósil en Uruguay. Se lo considera fiel seguidor de las doctrinas linneanas debido a su constante preocupación por la clasificación de especies botánicas. Supo vincularse con los botánicos franceses Aimé Bonpland y Auguste de Saint-Hilaire, con quienes mantuvo una asidua correspondencia. Además se relacionó con otros notables naturalistas y se cree que tuvo alguna entrevista con Félix de Azara.
Dentro de su producción literaria relacionada con las ciencias naturales, se destaca en el Diario de viaje de Montevideo a Paysandú, escrito en 1815, ricas observaciones sobre la flora y la fauna de los lugares visitados. Figuran además dentro de este contexto descripciones de árboles y plantas de interés medicinal, que guardó en varios cajones. Entre 1820 y 1824, dio a conocer su “Botánica” una obra de gran valor científico para la época, que había comenzado a escribir muchos años antes. La obra de Larrañaga, tiene valor histórico y testimonial. Relacionado con el tema de la naturaleza, escribió también “Fábulas Americanas” en 1826.
Como taxónomo botánico clasificó unas 646 especies de plantas, muchas pertenecientes a la familia de las gramíneas. Fue socio corresponsal de la Sociedad de Historia Natural de París, recibiendo distinciones honoríficas en el extranjero. Gran parte de sus escritos fueron publicados entre 1922 y 1930; comprenden tres volúmenes de textos y dos atlas ilustrados con mapas y láminas de animales y plantas, algunas hechas por él mismo.
Dámaso Antonio Larrañaga falleció en su quinta de Montevideo el 16 de febrero de 1848 de un ataque cerebro vascular. Se comenta que al momento de sepultarlo, calzaba unas medias de seda que el mismo había mandado fabricar con seda cultivada en su propio criadero.
En 1922 el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay publicó sus investigaciones. También la Universidad Católica del Uruguay lleva su nombre, así como el Museo Zoológico de Montevideo.
Se le rinde homenaje en varias especies: Eryngium larranagai; Paspalum larranagae; Euphorbia larranagae; Sisymbrium larranagae; Lantana larranagae; Spergularia larranagae entre otras.