El motor del afecto

Casi el 40% de los participantes de talleres del Programa Cultural en Barrios supera los 60 años de edad. ¿Por qué las personas mayores eligen sumarse a las propuestas? ¿Qué sentimientos nos unen a los espacios de cultura barrial? ¿Qué lugar ocupa el PCB en sus vidas?

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Creamos un espacio de diálogo distendido. Se sumaron hombres y mujeres que participan de los talleres, muchos desde hace más de 20 años. También docentes que dictan cursos o que, estando ya jubilados, mantienen intacto el cariño por el programa. De este intercambio surgió un caleidoscopio de frases e imágenes que componen un relato común, lleno de matices, con un mensaje unívoco: El centro cultural es nuestro lugar de encuentro. Nuestro patio común. Una familia construida a través del compartir. La edad es sólo cuestión de actitud.

Reflexiones, recuerdos, historias de vida. Un “patchwork” grupal sobre el vínculo entrañable que trasciende, por lejos, las paredes del aula taller.

“La red humana traspasa el espacio del taller. El PCB forma parte de la vida de cada uno dentro y fuera del centro cultural. Diría que lo más importante es la función social de entramar. Generar conexión. Uno puede estudiar un montón de cosas, pero eso queda a un costado ante la importancia del afecto".

“La reciprocidad define el vínculo entre los talleristas y los alumnos del PCB. Hay docentes con mucha antigüedad y dedicación. Vocación de entrega puesta al servicio de la comunidad. Ellos son facilitadores, ayudan a descubrir los saberes ocultos. Ofrecen estímulos para que los protagonistas del hecho creativo y artístico seamos los vecinos".

La red humana traspasa el espacio del taller. El PCB forma parte de la vida de cada uno dentro y fuera del centro cultural. Diría que lo más importante es la función social de entramar. Generar conexión. Uno puede estudiar un montón de cosas, pero eso queda a un costado ante la importancia del afecto".

"Los talleristas nos ayudaron a sobrellevar este año tan difícil de pandemia. Cuando comenzó fue un sacudón, todo se detuvo. Luego fue el aprendizaje grupal de manejar las tecnologías para comunicarnos. Todos aprendimos en este proceso, de las maneras más creativas, artesanales e impenasdas."

En esta etapa de la vida a veces cuesta entrar en contacto con pares y también con jóvenes. Son dos necesidades: compartir con gente con problemáticas semejantes y también nutrirnos de la juventud que trae inquietudes y novedades. La intergeneracionalidad es un valor a rescatar. El adulto mayor aporta sobre todo su experiencia y permite el traspaso de saberes, pero es en la mezcla donde el mayor aprendizaje sucede".

"Llegué casi por casualidad al taller de tango. Yo era viuda y necesitaba algo nuevo en la semana, salir de la chatura de la casa. Ir al centro cultural trajo el amor a mi vida, a los 78 años nos conocimos en el taller de canto. Vivíamos a 5 cuadras y jamás nos habíamos cruzado. Viudos los dos, hoy estamos juntos."

"Venir al centro cultural te cambia el humor. Los talleres nos hacen vivir el día a día más contentos."

"Clases donde se aprovechan los recursos de videos, cuadros on line, visitas guiadas virtuales. La posibilidad de un alcance enorme y la expansión, con salas de zoom de hasta 100 personas. Disciplinas diferentes, propusieron también soluciones diferentes. Artes plásticas, historia del arte, patrimonio histórico, historieta, dibujo, tango, folclore, canto comunitario, instrumentos musicales, cine, debate. Un mundo de posibilidades al alcance del curioso".

"La pertenencia a los grupos genera contención en momentos difíciles, como la pérdida de un hijo o una enfermedad. Cuando enfermé de cáncer me di cuenta de lo importante que era no dedicar todo mi tiempo al trabajo. Podría condensar mi aprendizaje en dos frases: no dejar esta oportunidad y el tiempo es ahora".

"Falta el abrazo de bienvenida, y eso es irremplazable. El contacto visual, físico. Esta falta duele y molesta, pero es loable el esfuerzo para encontrarle la vuelta".

Los talleres permiten conectaros con las más facetas profundas emociones, una faceta a veces dormida que tiene que ver con la expresión y la creatividad. Yo no sabía que todo esto estaba en mi cabeza, ahí escondido".

Agradecemos los testimonios de Eugenio López, Gastón Rearte, Silvina Puppo, Miguel Colella, Amanda Zaragoza, Julia Galende, María Teresa Sosa, María Cristina Merino, Rosa Esther Arlía, Daniel Enrique Cuberos, Teresita Molina, Neil Funes, Héctor Gregores, Noemí Esther Cuadrado, Hebe Marino y Claudio Giudice.

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