Cercanías y distancias. Sobre diversidad Sexual

Por Ricardo E. Carreras y Micaela Canal

Compartir en redes

Propusimos un diálogo intergeneracional porque nos gustan los contrapuntos al hacer estos cruces de recorridos de vida, más largos, más cortos, igual de enriquecedores. Reunimos a Ricardo E. Carreras, de 70 años y a Micaela Canal, de 21.

Ricardo es viudo, con dos hijas. Está en pareja desde hace diez años con su compañero Marcelo. Está jubilado de empresas, multis y nacionales. Hoy se percibe como narrador oral, lector, padre, amigo, performer, actor y viejo gay. Mañana no lo sabe. Micaela trabaja en el Centro Cultural Kirchner, estudia periodismo y abogacía. Durante la pandemia, tras horas de debate con sus amigos, empezó a cuestionarse su orientación sexual. Para ella, definirse es limitarse.

Ricardo: Quiero aclarar que no estoy de acuerdo con las etiquetas porque éstas buscan una definición absoluta. La palabra “homosexualidad” está cargada de prejuicios. Por ejemplo reivindico “puto” y “gay” porque son palabras que fueron denostadas. No esencializo mi condición. No soy todo gay. Tengo un aspecto de mi amor que es Marcelo. Soy un hombre que ama a otro hombre. En el resto de mi vida actúo como cualquier otro: trabajo, estudio, me afeito por la mañana.

"Si hablamos de poder tenemos que hablar del patriarcado dentro del sistema capitalista, que sostiene el andamiaje donde el placer esta negado y el sexo es reproductivo", Ricardo Contreras.

Micaela: Es que el principal error es encasillar. Yo misma antes decía “me gustan los varones” pero no me gustaban todos los varones. Hoy me permito repensar mi sexualidad. Tal vez no me gustan todas las mujeres pero sí alguna mujer.
Tenemos una diferencia de edad de 50 años y sin embargo, hay muchas cercanías entre nosotros. Los estereotipos sobre lo permitido y lo prohibido. En mi colegio tampoco había educación sexual.

Ricardo: No es extraño que esto pase. Hace 15 años que la Educación Sexual Integral (ESI) está vigente y no se aplica. La ESI incomoda porque interpela la propia sexualidad de los adultos. Las diversidades sexuales nos interpelan siempre. Seas hombre, mujer, padre, madre, abuela o amiga. Cuando alguien asume otro camino te hace cuestionarte: “Y a mí, ¿me hubiera gustado hacerlo? ¿No será eso mucho más divertido que estar aquí con mi marido en la cama?”

Incomoda. Y como incomoda, discriminamos.

Ricardo: Hasta que fui más grande yo mismo tenía mucha confusión sobre el tema de la sexualidad. Era una confusión generalizada. Una disociacion entre sexo reproductivo y sexo por placer.

Micaela: Y no estamos hablando de hace 300 años. Incluso hoy, hablando con mi mamá, me dice que ella nunca se planteó la idea de no ser madre. La decisión era cuántas hijas y cuándo tenerlas. Hoy sí está la libertad para la pregunta. Y esto nos remite al tema de los roles. Hablemos de roles y de épocas.

Ricardo: Los roles eran tan fijos que las chicas se casaban vírgenes y los chicos debutaban con alguna prostituta. De amor, ni hablar. El amor era el amor romántico. Esto estaba establecido desde el momento del nacimiento, separado por la ropa y los juegos permitidos por el género. Era un modelo regido, en el fondo, por el miedo: el hombre estaba obligado a debutar o era maricón, la mujer tenía prohibido debutar o era puta.

Y detrás del miedo está el poder.

Ricardo: El rol está soportado por quien tiene razón y quien no la tiene. Si hablamos de diversidades tenemos que hablar del poder. Y si hablamos de poder tenemos que hablar del patriarcado dentro del sistema capitalista, que sostiene el andamiaje donde el placer esta negado y el sexo es reproductivo. De manera que toda la energía esté volcada a la producción laboral. No es casual que quien ostente el poder sea el varón. *Quien debuta es el varón, el ganador, el que tiene dinero y mil novias. Y las disidencias sexuales siempre están subalternizadas, junto a mujeres, niños o viejos.

Micaela: La flexibilización de las estructuras sociales va permitiendo las disidencias. Por eso la importancia de los movimientos sociales de todo tipo.

Ricardo: Hay mucho miedo a lo desconocido. Y como desconocemos, discriminamos.

Micaela: A veces en lo general, por mandato, rechazamos. A veces en lo particular, por afecto, aceptamos. Se producen en el individuo choques de creencias. Y si bien los roles son un poco más flexibles ahora, no es posible abrirse realmente con las generaciones más grandes porque imponen la hetero normalidad. O aceptan otras alternativas “siempre que no sea mi hija o mi nieta”.

Ricardo: Sucede en muchos lugares del interior del país, donde gays y trans tienen que irse de los pequeños pueblos o su familia los muele a golpes. Incluso en las parejas jóvenes aún persiste el miedo a que el hijo o la hija no sea normal, o sea gay, bisexual o cualquier otra disidencia.

Micaela: Una bisagra de este miedo sobre la diversidad sexual fue el 2015 después del primer Ni una Menos. Ahí el feminismo popular puso la diversidad en la agenda social. Mi hermana tiene 17 años y nos separa un abismo respecto de cómo vivimos nuestras elecciones sexuales. Para ella y sus amigos hay amplia libertad.

"La flexibilización de las estructuras sociales va permitiendo las disidencias. Por eso la importancia de los movimientos sociales de todo tipo", Micaela Canal.

Ricardo: ¿Cuántas veces escuchamos la relación directa entre homosexualidad y enfermedad? Y sin embargo, no se está enfermo por ser homosexual, lesbiana o trans. Se está enfermo cuando no hay una armonía interna. Cuando hay coherencia entre SENTIR, HACER, PENSAR Y DECIR en la misma línea, hay salud. Asuma la orientación que sea. Yo siempre me sentí distinto pero intentaba modificar cosas dentro de la estructura matrimonial, porque era “lo normal”, y vivía de depresión en depresión. Eso me llevó al psicoanálisis. Durante los primeros siete años busqué mejorar el matrimonio, hasta que finalmente apareció la posibilidad de hablar de la homosexualidad. A partir de que asumí mi condición, nunca más me enfermé. Si uno está en orden, el afuera trae orden.

La orientación sexual no se elige, se asume.

Micaela: A veces dudo a la hora de nombrar porque puede sonar despectivo. Vos te autoafirmás como “viejo puto” pero para mí sería una falta de respeto llamarte así.

Ricardo: El reconocimiento de la alteridad está en la pregunta ¿cómo quieres que te llamen? Tenemos el derecho a elegir cómo ser nombrados. Volvemos al tema de las identidades fijas y el cambio. ¿Por qué, si en otros ámbitos de la vida, lo normal es el cambio y el dinamismo (crecer, estudiar, mudarse, cambiar de trabajo, de ciudad), se le pide a la sexualidad que no cambie? Si la identidad es dinámica, la sexualidad también lo es. Cambiar es parte del recorrido personal. Creo que hay que hacerlo, si lo deseamos, con orgullo y decisión. Un recorrido de armonía. No son solo experiencias sino vivencias, nos atraviesan el cuerpo. Y son desde la subjetividad más absoluta. Estar desclasado es tan peligroso como creer que somos universales. Yo no soy la medida de todos los hombres. Comparto una mirada personal, con cierta ideología, no estrictamente política. Reivindicarme como viejo puto es una actitud política y militante.

¡Entrá acá para ver el intercambio completo!

Tocá acá para volver a la página principal