Fiestas en pandemia: un desafío al ingenio y a nuestra resilencia

Estos festejos de Navidad y de Año Nuevo serán muy diferentes a todos los anteriores y nos invitan a potenciar nuestra creatividad para estar cerca de nuestros afectos. Laura Ercej y Bárbara Bignone, dos especialistas en gerontología, reflexionan sobre este rito y brindan algunas claves para disfrutar de las fiestas a pesar del distanciamiento.

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Este año, de golpe, caímos en la cuenta de que se nos escurrió el almanaque entre los dedos, ¿no es así? En un abrir y cerrar de ojos llegó la Navidad. Las sociedades se articulan alrededor de rituales, es decir, de costumbres que se repiten siempre de forma invariable, que marcan el ritmo de la vida y que, por lo general, son momentos buscados y elegidos para pasarlo en compañía. La Navidad es un rito.

Este año festejaremos una Navidad diferente (nombrarla así, “diferente”, es un buen augurio). Se trata de pasar el desafío de reemplazar con ingenio las carencias afectivas que el coronavirus le impone a una celebración que se distingue por su fomento del roce social.

Además, esta época del año significa para muchas personas un momento de balance y reflexión. En este 2020 atípico, en el que pusimos a prueba nuestra adaptación a los cambios y ofrecimos flexibilidad, empatía, compasión y creatividad, entre otras cualidades; no deberíamos menospreciar estas habilidades emocionales y sociales y sería un buen ejercicio tomar conciencia de ellas y capitalizar todos estos aprendizajes: ya son nuestros para siempre.

Sabemos que fue un año en que, por momentos, nos costó conectarnos con lo que teníamos alrededor y miramos con anhelo lo que nos faltaba, pero ahora, habiendo atravesado tanto, podemos ser reflexivos acerca de lo fuerte que fuimos y somos, es decir, de nuestra propia resiliencia.

Existen tantas vejeces como personas mayores en el mundo, por ello es que cada una vivenciará estas fiestas de distintas maneras: solas, en familia, con amigos, con mascotas, en reuniones burbujas, con video-llamadas, acompañadas por la televisión o la radio, en residencias geriátricas o en instituciones de larga estadía, entre otros modos. Al respecto, nos atrevemos a sugerir que intenten celebrar estas fiestas con la mayor aproximación que deseen hacerlo. Es un momento ideal para poner en práctica la autonomía a través de una comunicación saludable: manifestar a familiares y amistades lo que uno desearía hacer en los festejos de Navidad y de Año Nuevo. Algo así como un ejercicio de libertad. Pasarla “liviano”.

Esta pandemia visibilizó y potenció muchos retos con los que nos hemos encontrado día a día, pero también dio paso a múltiples oportunidades sobre cómo pensar creativamente, cómo seguir conectados a pesar del aislamiento.

Más allá de las creencias, estados de ánimos y compañías; sea con uno mismo, con mascotas, por zoom, con amigos o con familiares; seguramente nuestras copas, al unísono, brindarán para que llegue pronto la anunciada vacuna y por fin poder abrazarnos. Fuerte, bien fuerte.