Noviembre 2017

Columnas de opinión del Procurador General

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La Argentina que queremos entre todos

Nos encontramos próximos a cumplir dos años desde que comenzó el “cambio” a nivel nacional con el nuevo Gobierno. Son muchos los pasos que hemos dado para encaminar a nuestro país hacia un futuro mejor. Vemos ya claros los frutos en la lucha contra la corrupción, un más sano funcionamiento de las instituciones, la puesta en marcha de la obra pública en todo el país y unas primeras señales favorables de reactivación de la actividad económica. Subsisten de cualquier manera los altos índices de pobreza, así como también inequidades y deficiencias de tipo estructural que afectan el crecimiento y la competitividad.

El resultado de las últimas elecciones tiene un enorme significado, ya que en este contexto de esperanzas abiertas y de una realidad para muchos todavía dolorosa y apremiante, el Gobierno ha recibido un fuerte respaldo popular al rumbo emprendido. Ello abre la posibilidad de profundizar los cambios necesarios para intentar dejar atrás, definitivamente, un largo proceso de atraso y empobrecimiento.

Este mayor poder no permite de cualquier modo al oficialismo contar con mayorías parlamentarias propias. Las nuevas medidas que deben adoptarse, lejos de constituir una imposición, deberán ser fruto del diálogo para alcanzar consensos básicos. Sólo de esta manera, además, podrán ser viables y perdurar las modificaciones que deben introducirse para lograr la responsabilidad fiscal del Estado y sus provincias; la promoción del empleo; y el fortalecimiento y elevación de la calidad de las instituciones republicanas para acabar con la corrupción. El anhelado crecimiento y desarrollo integral que permitirá de verdad disminuir la pobreza, sólo llegará con la vigencia de políticas de largo plazo. Esta es la invitación que nos formuló el presidente Macri el pasado lunes 30 de octubre.

Hay algunas evidencias que permiten vislumbrar el futuro con fundado optimismo. Desde las más altas instancias de la gestión gubernamental se aprecia una buena dosis de prudencia en la formulación de las políticas, y un valorable compromiso por la verdad, que no fue moneda corriente en nuestra vida pública pasada.

Los equipos de gobierno se nutren con personas que poseen capacidad técnica, privilegiándose el trabajo en equipo. Por último, existe también una inestimable convicción para que rijan la integridad personal en la conducta de los funcionarios y la transparencia en el manejo de los dineros públicos, lo cual constituye una condición indispensable y necesaria para mejorar la calidad y eficiencia de la administración pública.

Todos estos elementos reunidos en las actuales circunstancias nos permiten avizorar que un futuro mejor nos espera, pero que debe ser construido con paciencia y esfuerzo entre todos. Desde la actividad que cada uno desarrolle es preciso redoblar el compromiso por el trabajo bien hecho, la honestidad, la solidaridad y los valores de la verdad y la justicia.

Cada uno de nosotros deberá comprender que siempre será necesario ceder un poco para ganar más. Tenemos que llegar a consensos, con la apertura para descubrir la parte de verdad que pueda existir en las propuestas de otros, y para poner en crisis aquellas reivindicaciones que puedan beneficiar sólo a una parte pero no al interés general. Con esta disposición podremos a través de un diálogo sincero y constructivo alcanzar soluciones que satisfagan la mayor cantidad de necesidades, a veces con resultados a corto plazo y muchas otras a largo plazo.

Los invito a todos a sentirnos parte de este momento histórico que estamos viviendo en la Argentina. Seamos parte del cambio por un futuro mejor.